No es una empresa más. La BBC forma parte de la vida, la esencia y la memoria de varias generaciones de británicos. De ahí que cobre aún mayor importancia la batalla contra la brecha salarial entre hombres y mujeres que se libra en cadena pública. Ayer, seis de sus más destacados periodistas masculinos accedieron a rebajar los salarios que perciben, muy superiores a los de sus colegas del sexo opuesto. Lo exigía la opinión pública desde que el pasado 8 de enero dimitiera Carrie Gracie como delegada de la oficina en China debido a la diferencia de sueldo con los otros responsables masculinos, en cargos similares. Gracie, en una carta pública, acusó a la cadena de llevar a cabo, «una cultura salarial secreta e ilegal». La periodista recibió multitud de apoyos y muestras de solidaridad.

«Estamos muy agradecidos a Huw Edwards (presentador del telediario), Nicky Campbell (Radio 5), John Humphrys (del matinal Today), John Sopel (delegado en Estados Unidos) Nick Robinson (del Today también) y Jeremy Vine (Radio 2), que han aceptado reducciones en sus remuneraciones», señaló un portavoz del ente público. «Los detalles de esos cambios han de ser negociados aún y la BBC discutirá con otros (periodistas) en el futuro», añadió. Es muy posible que la lista de los que deban reducir el salario se amplíe.

Amenaza de boicot / Vine pareció aceptar de buena gana el recorte de su sueldo, que asciende a más de 800.000 euros brutos al año. «Creo que hay que solucionarlo y apoyo a mis colegas mujeres que, con todo el derecho, dicen que les paguen lo mismo cuando están haciendo el mismo trabajo. Es algo obvio. No ha sido un problema para mí aceptarlo», respondió el presentador a los reporteros que le interrogaron. Humphrys, el más veterano con 74 años, precisó que fue su propia decisión la de ganar menos. Pero el periodista estaba bajo gran presión después de que se filtrara una conversación telefónica privada, que mantuvo con Sopel, el responsable en Washington, en la que hablando con cierto desdén de la renuncia de la delegada en China, comentó en tono jocoso: «Dios mío, está sugiriendo que debemos perder dinero. Comprendes, ¿no?». Y aquello que le parecía inimaginable, ha ocurrido. El periodista no se disculpó después, lo que provocó críticas y la ira de una red de diputadas dispuestas, según los medios británicos, a boicotearle.

Las primeras medidas para atajar la discriminación entre hombres y mujeres en la cadena pública se producen a pocos días de la publicación de una auditoría sobre diferencias salariales en la BBC. La propia Carrie, ahora de vuelta a la redacción central en Londres, comparecerá el miércoles ante el Comité de Medios de Comunicación y Deportes de la Cámara de los Comunes para responder a preguntas de los diputados sobre las circunstancias de su dimisión. La chispa saltó el pasado mes de julio, cuando la BBC publicó los sueldos de sus empleados que sobrepasaban las 150.000 libras (171.150 euros) brutos al año. Carrie no figuraba por ganar menos de esa cantidad (135.000 libras). Lo mismo ocurría con la responsable para Europa, Katya Adler. Por el contrario, sí estaban Sopel, responsable en Estados Unidos y Jeremy Bowen en Oriente Medio. «La BBC les pertenece a ustedes, los que pagan la licencia. Creo que tienen derecho a saber que están violando las leyes de igualdad y resistiendo la presión para tener una estructura salarial justa y transparente», decía en su carta de renuncia. Ante el comité parlamentario también responderá el director general de la BBC, Tony Hall, y otros altos cargos de la corporación. Hall se ha comprometido a terminar con la diferencia salarial durante los próximos dos años.

El problema de la discriminación de sueldos entre los dos sexos en un asunto generalizado en las empresas. La BBC, donde la diferencia es del 9,3%, frente a la media nacional del 18,1%, no es a pesar de todo de las peores. Pero la cadena pública es un espejo para el país y debe dar ejemplo en un momento delicado, cuando se multiplican incidentes y denuncias de sexismo en sus distintas variedades. Magazines, informativos, diarios, están repletos de casos de discriminación laboral, acoso sexual en el puesto de trabajo, o en las universidades. La cena del Club de Presidentes, con banqueros y multimillonarios de la City toqueteando a las azafatas contratadas para la gala, ha sido el último escándalo de una cadena en cascada. El propio parlamento se vio sacudido por los casos de acoso a becarias y personal subalterno a manos de diputados y lores. Dos ministros tuvieron que dimitir por su comportamiento inexcusable. El gobierno está estudiando cómo cambiar la forma de contratación de quienes colaboran en los despachos directamente con los políticos, para proporcionarles una mayor protección.