Arropado por el líder de Podemos, Pablo Iglesias, el candidato de la Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, hizo suyo el lema “Sí, se puede” al cerrar la mejor campaña de los cuatro candidatos con posibilidades de pasar a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas.

Nadie esperaba que Mélenchon llegara tan lejos, pero este licenciado en filosofía de 65 años nacido en Tánger (Marruecos) ha logrado generar ilusión en un electorado de izquierdas decepcionado con el socialista François Hollande.

En el ascenso de este antiguo trotskista de 65 años fascinado por François Mitterrand ha tenido mucho que ver la fuerte movilización del electorado menor de 35 años y de los estudiantes. También ha ido ganando terreno entre los votantes más modestos, disputándole aMarine Le Pen el liderazgo del voto obrero y periférico abandonado por socialistas y conservadores.

Se ha beneficiado, igualmente, de transferencias de voto de Benoît Hamon y Emmanuel Macron.

MENOS RUIDO Y MENOS FURIA

Para liderar un proyecto con el que quiere federar a la izquierda y avanzar hacia una revolución ciudadana, Mélenchon se ha olvidado del “ruido y la furia” que popularizó hace cinco años. El orador brillante que lee poemas en los mítines ha rebajado su verbo tempestuoso y muestra un talante pedagógico.

Sin embargo, sigue defendiendo su ideario con fuerza, conectado con formaciones como Syriza, en Grecia, Die Linke, en Alemania o Podemos, en España.

“Nuestro proyecto -proclama- es terminar con este sistema”. Su intención es redistribuir la riqueza para reducir las desigualdades devolviendo la soberanía al pueblo francés. Su plan para relanzar la economía pasa por una inversión pública de 100.000 millones de euros para crear 3,5 millones de empleos.

El lema de su programa es 'El futuro en común'. El candidato de Francia Insumisa quiere convocar una asamblea constituyente para fundar la VI República. Contempla el derecho de voto a los 16 años e integrar en la nueva Constitución el derecho al aborto y a una muerte digna. Además, propugna reconocer el voto en blanco y que los ciudadanos puedan revocar el mandato de un diputado, una medida que podría incluso aplicarse al propio presidente.

Mélenchon opta por abandonar la energía nuclear, construir centros de acogida para migrantes y rebajar a 60 años la edad de jubilación con 40 cotizados.

LA OPCIÓN DEL 'FREXIT'

Prevé, además, reducir la jornada laboral a 32 horas semanales, paralizar la liberalización de los servicios públicos, abolir la polémica reforma laboral de François Hollande, aumentar el salario mínimo interprofesional, crear una tasa sobre las transacciones financieras y renegociar los tratados con la Unión Europea, amenazando con un'frexit'.

“Europa, o cambia o la dejamos”, sostiene. Si llega al Elíseo, combatirá el mantra de la austeridad presupuestaria defendido por la alemana Angela Merkel.

Para Chantal Mouffe, la filósofa belga que inspira al líder de La Francia Insumisa, el objetivo del veterano tribuno “no es destruir los fundamentos del orden democrático e instaurar un régimen autoritario, sino poner fin al régimen oligárquico producto de la hegemonía neoliberal”.

Mélenchon también electrizó el tramo final de la campaña hace cinco años, pero el 17% que le daban las encuestas tropezó con la realidad. Se quedó en el 11%. Entonces, los franceses optaron por cortarle el paso a Nicolas Sarkozy volcando su voto en el socialista François Hollande.