Cuando Matteo Salvini (Milán, 1973) clausuró uno de sus últimos actos electorales la semana pasada, trató de cerrar el círculo con una instantánea tan controvertida como trasnochada. Lo hizo, teniendo a sus espaldas la catedral gótica de Milán, jurando sobre la Constitución y el Evangelio, en un gesto evocador de las ceremonias de la ultraderechista Liga Norte de Umberto Bossi (predecesora de la Liga, el partido que lidera Salvini). Bossi, fundador y líder histórico de la Liga Norte, llegó a proclamar la independencia de la Padania en 1996 y dijo que sería una República "independiente y soberana".

Salvini hizo así un guiño a la vieja guardia de los ultras. Aquella que, en estos años --con Bossi ya apartado de la política por sus problemas de salud y los múltiples escándalos de corrupción-- ha asistido calladamente al viraje de la Liga, partido que incluso el pasado otoño fue despojado de la palabra "norte", para tratar de ampliar su electorado a zonas del centro y sur de Italia.

CARRERA AMBICIOSA

Con ello, el periodista milanés, exdirector de Radio Padania Libre, completó su ambiciosa carrera hacia el liderazgo de una formación en la que ingresó en 1990 y en cuyas filas, tres años después, ya era elegido consejero municipal en el Ayuntamiento de Milán, un cargo que mantuvo hasta su victoria en las primarias de la Liga que le llevaron en el 2013 a liderar el partido. "Soy un defensor de la milanesidad. ¿Qué es eso? Dar prioridad a los milaneses", decía en sus inicios políticos.

Archivado —al menos, públicamente— ese bagaje, Salvini ha redoblado esfuerzos para centrar su crítica sobre "el equivocado experimento" del euro y en el rechazo a la inmigración. En esto último ha tenido, en parte, éxito. Sus reiterados ataques contra la "invasión" de los inmigrantes han calado en su electorado y en una parte de la población mientras el mensaje era repetido al unísono por los nuevos responsables de la Liga.

Hijo de un empresario y de una ama de casa, el 'enfant terrible' de la política italiana se casó una vez y ahora vive con una modelo a la que le perdonó el verano pasado unas ambiguas fotografías con otro hombre en Ibiza.