El grito desbocado de “todos somos Naser Zafzafi" (el líder del movimiento popular del Rif, en el norte de Marruecos, detenido el pasado lunes), hoy por hoy, puede significar la prisión. Fuentes del movimiento rifeño han asegurado a EL PERIÓDICO este jueves que en las últimas horas se han vuelto a producirdetenciones de “activistas influyentes” que vendrían a engrosar la lista de las 40 personas arrestadas el pasado 29 de mayo, acusadas de “desacato contra las fuerzas públicas, lesiones con premeditación, insurrección armada y destrucción de vehículos”, según un comunicado oficial del procurador general del Rey (fiscal) enAlhucemas, la ciudad base de las protestas sociales que las autoridades marroquís tratan de neutralizar a golpe de detenciones.

Lahbib el Hanudi, chófer de la línea de autobuses Alhucemas-Tánger, llegó el miércoles por la noche a la estación de Tánger y, una vez los pasajeros abandonaron el autocar, allí le esperaba un dispositivo policial para echarle el guante y someterle a interrogatorios relacionados con las manifestaciones en las que se reivindican derechos sociales y económicos para los rifeños. "La policía le informó de que sería conducido hacia la Brigada Nacional Judicial en Casablanca”, comentaron fuentes del movimiento a El Periódico. También el miércoles, un profesor de secundaria de la localidad de Mnud (Alhucemas), Yusef el Hamdiudi, fue detenido por causas relacionadas con la ocupación de la vía pública, sin previa autorización, para llevar a cabo protestas sociales.

INDIGNACIÓN EN LAS REDES SOCIALES

Y este jueves otra líder activista, Naual Benaisa, ama de casa y madre de cuatro niños, se ha adelantado a su detención después de conocer a través del movimiento popular que una orden de arresto pesaba sobre ella. Por la mañana, antes de dirigirse a las dependencias policiales de Alhucemas, grabó un vídeo desde la azotea de su casa que colgó en Facebook y en el que explicó: “Me entrego, sí, porque quiero evitar que la policía pueda atemorizar a mis hijos”. La detención de Benaisa causó indignación en las redes sociales, en donde el activismo rifeño dentro y fuera de Marruecos se sigue movilizando para denunciar la utilización de la violencia durante las protestas que siguieron en la noche del miércoles y se extendieron al centro del país magrebí. En las ciudades de Casablanca y, sobre todo, Mequínez, grupos de manifestantes tomaron las calles exigiendo la liberación de Zafzafi, a quien califican de “preso político”.

Según algunos observadores, las manifestaciones fueron “fuertemente reprimidas” por las autoridades recordando otras épocas de la movilización social marroquí y echando por tierra la “excepción marroquí” en el 2011, cuando la sociedad marroquí se sumó a la denominada primavera árabe de manera pacífica y sin la intervención directa del aparato de la seguridad. Seis años después, con el Magreb golpeado por la violencia generalizada en el caso de Libia y atentados terroristas en Túnez y los países vecinos, el Estado marroquí recupera la estrategia del pasado: mordaza y palo.