Fernando Grande-Marlaska quiere retirar las polémicas concertinas de las vallas de Melilla y de Ceuta. Una semana después de acceder al cargo, el ministro del Interior ha evidenciado un claro cambio de política respecto de sus antecesores, los populares José Ignacio Zoido y Jorge Fernández Díaz, y explicitó ayer una clara intención en retirar ese tipo de alambres con cuchillas que el Gobierno de Mariano Rajoy ordenó colocar como instrumento disuasorio para la llegada de inmigrantes.

«Haré todo lo posible porque puedan retirarse las concertinas de nuestras fronteras. Hay que trabajar en origen, por ejemplo, nunca llegar al extremo de las concertinas», aseveró Grande-Marlaska en una entrevista en Onda Cero. El ministro explicó en este sentido que pedirá un «informe complementario» para reforzar la decisión a tomar y ha reiterado que la retirada de estos instrumentos cortantes es una de sus «principales prioridades».

«Si estamos hablando de solidaridad, de respeto a las personas, controlando los flujos migratorios, colaborando en origen con las autoridades de esos países… cuando esas personas ya están al lado de la valla vamos a mirarlo, creo que es algo razonable», manifestó el titular de Interior.

Grande-Marlaska ha encargado un informe para establecer otras formas que garanticen la seguridad fronteriza con los «medios menos cruentos posibles», declaró ayer el nuevo ministro de Interior.

DEVOLUCIONES EN CALIENTE / Amnistía Internacional (AI) y la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) celebraron la decisión del Gobierno, aunque solicitaron además que se paren las devoluciones en caliente y se garantice el acceso al procedimiento de asilo. En el mismo sentido se manifestó el Grupo de Unidos Podemos en el Senado, que preguntará a Grande-Marlaska, en la sesión de control de la semana que viene, sobre si prevé poner freno a este tipo de devoluciones.

El Ejecutivo de Mariano Rajoy ordenó instalar las concertinas en las vallas de Ceuta y Melilla en noviembre del 2013, desatando así una fuerte polvareda política. El primero en emplear ese método, no obstante, fue el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero en el 2005, aunque cerca de dos años después se echó atrás y retiró 12 kilómetros de concertina de la valla que separa Melilla con Marruecos.

BARBARIDAD / La instalación de esas cuchillas generó un alud de protestas desde el primer momento. AI denunció desde el principio las graves heridas que podían causar las concertinas. También la Defensora del Pueblo en el 2013, Soledad Becerril, se sumó a la ola de reprobaciones por esta medida y la calificó de «barbaridad». «La aspiración a una vida mejor no va a cesar por altas que sean las alambradas», alertó Becerril.

También la Unión Europea, en la línea de no pocas oenegés, advirtió de que las concertinas no habían servido de freno para la llegada de inmigrantes y sí para causar graves heridas.

«Las cuchillas en la valla de Melilla han estado ahí antes y ahora se han vuelto a poner (...) La última vez que estuvieron ahí no impidieron a la gente entrar, sino que entró y además sufrió heridas», subrayó la comisaria europea de Interior, Cecilia Malmström en diciembre del 2013.

Pruebas de las lesiones que causan estas cuchillas han ido apareciendo periódicamente. En agosto del año pasado -por poner uno de los últimos ejemplos que podrían volver a repetirse en breve con la llegada del buen tiempo- más de 50 personas saltaron la valla de Ceuta. La Cruz Roja tuvo que atender a 67 inmigrantes en tres lugares diferentes y 14 de ellos presentaban heridas y fracturas causadas por la concertina. Y así, más de una vez, lo que no disuadió ni a los ministros del gobierno del Partido Popular Jorge Fernández Díaz y Juan Ignacio Zoido. Ambos responsables mantuvieron este mecanismo y Fernández Díaz llegó a defender que las concertinas son una medida «no agresiva» que solo causa heridas leves.