La líder de la ultraderecha francesa, Marine Le Pen, reapareció ayer en la escena mediática con un agresivo discurso en contra de la política del presidente del país, Emmanuel Macron, que, a su juicio, sigue el dictado de la UE y favorece una «inmigración masiva». El Frente Nacional, rebautizado como Reagrupación Nacional (RN), ha cambiado de nombre pero no de mensaje. Le Pen abrió el curso político en Fréjus, localidad de la Costa Azul francesa gobernada por los suyos, rescatando el tema de la identidad y la inmigración.

Criticó que un pueblo pequeño como Chateaudouble, en el sur del país, tenga que alojar a 72 refugiados en un centro de acogida, lamentó que no haya dinero para los franceses pero sí para los inmigrantes y vinculó, sin dar cifras, la llegada de migrantes con el aumento de la violencia, que calificó de «terrorismo doméstico».

Además de avivar el miedo, Le Pen puso los mimbres del duelo que le enfrentará a Macron en las elecciones al Parlamento Europeo de mayo del 2019, dos años después de caer derrotada ante un líder que la dirigente ve como la quintaesencia de la globalización y el liberalismo. El pulso volverá a ser entre «populistas y mundialistas», según dijo, y Le Pen se considera ahora bien arropada en la escena europea. «El gran movimiento nacional del que somos precursores en Francia gana toda Europa», dijo ante unos 800 fieles que prodigaron aplausos a la Hungría de Viktor Orbán y abucheos a Angela Merkel. «Asistimos al triunfo del pueblo», añadió tras felicitarse del crecimiento de la ultraderecha en las recientes elecciones en Suecia y recordar que las mismas ideas que defiende su partido llegaron al poder en Hungría, Polonia, Italia y Austria. Es decir, defensa de los intereses nacionales, recuperación de las fronteras y resurrección de la soberanía.

Como era de esperar, buena parte de su arenga puso en la diana a la Unión Europea. Le Pen introdujo un matiz que deja claro, por si había dudas, los bandos que van a enfrentarse el próximo mayo. En su opinión, la Unión Europea «no es Europa», sino «una construcción ideológica», una institución «dirigida por un poder anónimo que gestiona un espacio que no se ancla en ninguna historia, raíz ni tradición». Frente a ese modelo, los nacionalistas defienden, dijo, una Europa «de la diversidad y multiplicidad de lenguas que se enriquece de las singularidades nacionales». «Nosotros somos los verdaderos europeos opuestos a los europeístas», prosiguió. Luego aventuró que será la nueva Cámara de Estrasburgo quien se encargará de transitar de una a otra Europa. «Son las naciones -insistió- quienes van a salvar Europa». Le Pen se hizo eco de las palabras del soberanista Hervé Juvin -que suena como cabeza de lista de RN- para hablar del enfrentamiento entre las dos visiones de Europa como de un combate «por la independencia».

En los comicios europeos del 2014, el Frente Nacional fue el partido más votado en Francia, con el 24,8% de los sufragios. Los sondeos sobre intención de voto sitúan ahora a su formación codo a codo con La República en Marcha (LREM), el partido de Macron. Ambos se mueven en torno al 21%. El objetivo que se ha fijado Le Pen es superar a LREM y forjar en Estrasburgo una alianza para desbaratar la estructura de la UE. El viento en Europa sopla a su favor.