«Han intentado asesinarme el día de hoy», le informó el presidente Nicolás Maduro a los venezolanos después de salir ileso este sábado de un atentado cometido con drones cargados con explosivos. Las cargas estallaron durante la celebración, en la avenida de Bolivar de Caracas, del 81º aniversario de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Maduro aseguró que autores materiales del hecho fueron capturados y están siendo procesados. Señaló además que el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, que abandona el poder el 7 de agosto, no es ajeno al atentado. Al hablarle al país en la noche caraqueña, el presidente fue enfático: «Le digo a la burguesia venezolana, a los opositores, si logran hacerme algo, deben verse esa derecha las caras con miles de millones de obreros y campesinos haciendo justicia por su propia mano. No quedará polvo sobre polvo de ustedes».

Un grupo llamado los «Soldados de Franela», supuestamente compuesto por «militares y civiles patriotas y leales al pueblo», se atribuyó la fallida acción en las redes sociales. «Hoy no pudimos, pero seguiremos en nuestra lucha, porque la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) tiene por función garantizar la independencia, la soberanía de la Nación, la integridad del territorio y el orden público interno».

El ministro de Comunicaciones, Jorge Rodríguez, había dicho horas antes que «todo el trabajo que se hizo» después del episodio había permitido «establecer con evidencias» que se había tratado «de un atentado contra la figura del presidente constitucional». Rodríguez ha revelado que siete integrantes de la GNB resultaron heridos. Las explosiones tuvieron lugar en las cercanías de la tarima donde estaba el jefe de Estado, así como la cúpula de la GNB y sus más estrechos colaboradores. «Fracasaron, nuevamente fracasaron», dijo Rodríguez sobre las explosiones que se escucharon «exactamente a las cinco y 41 minutos» de la tarde de Caracas. El adverbio «nuevamente» no dejó de sorprender porque sugiere la existencia de otros episodios que no han salido a luz. Lo sucedido causó un fuerte revuelo desde el mismo momento en que la televisión oficial cortó de inmediato la retransmisión del acto.

«Mi primera reacción fue de observación, de serenidad, porque tengo confianza plena en la Fuerza Armada y de su lealtad. Pensé que había ocurrido algo con un fuego pirotécnico», dijo Maduro. Los militares trataron de incautarse de todas las filmaciones del atentado en la avenida de Bolívar. Pero en la era de los teléfonos inteligentes esa tarea se vuelve imposible hasta para el Estado. En las redes sociales comenzaron a circular imágenes del momento en que los oficiales, al oír los estruendos, rompían de manera anárquica la formación a la que Maduro pasaba revista. El propio presidente, que miraba hacia el cielo, dibujaba una expresión de desconcierto al advertir el estruendo. Segundos antes de que concluyera la retransmisión -que todas las TV, públicas y privadas, se vieron obligadas a transmitir-, Maduro había lanzado una advertencia a los venezolanos: quienes no acudan al censo automotor, quedarían excluidos del sistema de subsidio de la gasolina.

Tensión social y política

«Compatriotas la derecha insiste en la violencia para tomar espacios que no pueden por los votos. No podrán con nosotros», dijo Diosdado Cabello, hombre fuerte del Gobierno. El atentado se produce en un momento de fuerte tensión social y política. La victoria electoral no ha dado tregua a un Maduro que cerrará el año con una hiperinflación descomunal que ha agudizado la escasez. En este contexto, el Gobierno se prepara para lanzar al mercado una nuevo papel moneda con cinco ceros menos.

Pero por debajo de los efectos permanentes de la crisis, y más allá de la confrontación con las fuerzas opositoras, late un conflicto sordo, el que se desarrolla en el seno de las Fuerzas Armadas. Más allá de lo esbozado por Maduro, se desconoce si el atentado fue llevado a cabo por grupos disconformes o por fracciones de la derecha que ya no creen en una salida pacífica de la crisis.

Descontento militar

Lo cierto es que días atrás nueve militares de la Armada fueron privados de libertad por orden de un tribunal militar de Caracas. Se los acusó de «instigación a la rebelión» en los cuarteles al llevar adelante un intento de golpe de Estado llamado operación Armagedón. Según se informó, los oficiales buscaban «impedir las elecciones presidenciales del pasado 20 de mayo», en las que triunfó Maduro, y el mismo «asesinato» del presidente. Al menos 123 miembros de las Fuerzas Armadas de Venezuela han sido detenidos en los últimos meses. Entre los arrestados se encuentran oficiales que en su momento fueron muy cercanos a Hugo Chávez.

«Las condiciones objetivas de un golpe de Estado hoy son 100 veces superiores a las del 4 de febrero (de 1992). Los oficiales de la Fuerza Armada, las tropas, la familia militar, está pasando la misma penuria que pasamos todos en la calle», dijo el 6 de marzo el exministro del Interior y Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), y a la vez uno de los protagonistas de aquella fallida asonada, Miguel Rodríguez Torres. Pocos días después, Rodríguez Torres, quien acompañó a Maduro hasta finales del 2014, fue arrestado por agentes de inteligencia. Lo acusaron de estar en contacto con la CIA y realizar acciones conspirativas contra «la unidad monolítica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana».