Si hay algún lugar en Francia que simboliza el fracaso de la política migratoria europea, ese lugar es Calais, la ciudad portuaria situada a tan solo 84 kilómetros de las costas británicas que cientos de migrantes sueñan con alcanzar.

En pleno debate sobre la nueva ley de asilo e inmigración que el Gobierno aprobará el próximo 21 de febrero, Emmanuel Macron se ha desplazado este martes a Calais para defender una reforma legislativa muy criticada por las asociaciones humanitarias, que ven peligrar el principio republicano que sitúa a Francia como una tierra de asilo.

Ante las fuerzas del orden reunidas en la Gendarmería de Calais, el presidente ha dejado claro, entre otras cosas, que no permitirá la reconstitución la llamada ‘jungla’, desmantelada en octubre del 2016, cuando el número de migrantes hacinados en condiciones lamentables alcanzó niveles nunca vistos. De los 8.000 que había hacia catorce meses, se ha pasado a una cifra no superior a 400 pero la situación, sin ser crítica, es todavía preocupante.

“En ningún caso el Estado dejará que se reconstituya una jungla. Calais no es una puerta de entrada secreta al Reino Unido”, ha advertido Macron, quien ha reiterado los dos pilares sobre los que descansará su reforma migratoria: firmeza frente a la inmigración irregular y humanidad hacia quienes tienen derecho al asilo.

El texto que prepara el Ejecutivo tropieza, no obstante, con el rechazo de las asociaciones, numerosos intelectuales de izquierdas e incluso parte de los diputados de La República en Marcha (LREM).

Los temores derivan especialmente de una circular del Ministerio del Interior que obligará a los agentes que trabajan con inmigrantes a realizar un registro administrativo para diferenciar a los refugiados de quienes han llegado a Francia por razones económicas y que serán sistemáticamente expulsados.

Frente a las críticas, Macron ha pedido “responsabilidad” a las asociaciones, con quienes se reunirá esta tarde, para que no animen a los inmigrantes a permanecer en la ilegalidad ni les ayuden en su paso clandestino hacia el Reino Unido. En esos casos “nunca tendrán al Estado a su lado”, les ha alertado.

Política europea

En un contexto europeo, el presidente francés ha reconocido que lo que está en juego es el conjunto de la política de asilo e inmigración de la Unión Europea, sumida en una de las mayores crisis migratorias desde la segunda guerra mundial, y ha reclamado una política “coherente”. Una coherencia que, a su juicio, no está presente en el llamado sistema de Dublín que obliga a los inmigrantes a iniciar los trámites para su regularización en el primer país europeo que pisan.

“Debemos organizar una política europea más solidaria, con más medios para el control de fronteras. Tenemos que hacer converger nuestros sistemas de asilo y garantizar un sistema único e integrado de control”, ha dicho. En definitiva, Macron ha vuelto a reclamar la puesta en marcha de una oficina única de asilo a nivel europeo y un sistema único de control de identidades que permita compartir datos en todo el espacio Schengen.

Ejemplaridad

Por otro lado, el presidente ha agradecido la labor que realizan policías y gendarmes en Calais para garantizar la seguridad en un contexto de alta tensión migratoria pero les ha pedido “ejemplaridad” y les ha advertido de que no se tolerará ninguna violación de la deontología profesional.

Si, como denuncian algunas asociaciones, las fuerzas del orden usan la violencia, despiertan a los migrantes en plena noche para desalojarlos o les quitan sus efectos personales, ese tipo de comportamientos serán sancionados.

Cumbre franco-británica

La visita de Macron a Calais se produce en vísperas de una cumbre franco-británica que tendrá lugar este jueves al sur de Londres. En el contexto de las negociaciones del 'brexit', uno de los temas que abordará en su reunión con Theresa May será el control del flujo migratorio una vez que el Reino Unido abandone el club comunitario.

Macron espera de las autoridades británicas respuestas “concretas” al respecto, en especial sobre los menores no acompañados atrapados en Calais a la espera de que Londres permita su paso al otro lado del Canal de la Mancha para reunirse con sus familiares.