Francia lleva casi cuarenta años dándose de bruces contra una política territorial que ha fracasado estrepitosamente en los barrios populares de las grandes ciudades donde la discriminación y la desigualdad social no han hecho más que aumentar. Emmanuel Macron ha decidido pues cambiar de filosofía y de método para intentar mejorar la situación de los habitantes de las 'banlieues', en su mayoría pobladas por franceses de origen inmigrante.

Durante un largo discurso pronunciado en el Elíseo ante alcaldes, empresarios y miembros de asociaciones, el presidente francés ha pedido una movilización general de todos los actores sociales para trabajar de manera coordinada e intentar cambiar las cosas.

Lejos de apostar por una política específica, Macron ha puesto el acento en una mejora global de la economía para impulsar una política de “emancipación” que ofrezca a quienes viven en las zonas desfavorecidas las mismas oportunidades que al resto de los franceses, de manera que todos encuentren su “dignidad” en la República.

Así pues, ni ha presentado un enésimo plan para las 'banlieues' a largo plazo, como hicieron sus antecesores, ni ha asumido el informe encargado por el Ejecutivo el pasado noviembre al exministro Jean Louis Borloo, responsable de la política municipal bajo la presidencia de Nicolas Sarkozy. Un informe que dibuja, por cierto, un panorama sombrío y propone destinar de manera urgente a los suburbios una enorme inversión.

Sociedad de la vigilancia

En cambio, ha anunciado algunas medidas concretas cuyo grado de aplicación y eficacia se revisará periódicamente. Se trata de actuar en el ámbito de la educación, el empleo, la salud, la vivienda, la seguridad y la lucha contra la radicalización islamista, que encuentra en estas zonas un terreno más que abonado.

Así, prometió 1.300 agentes de policía de proximidad de aquí al 2020; 30.000 becas para que alumnos de secundaria hagan prácticas en empresas y una inversión de 15.000 millones de euros destinados a la formación de jóvenes. Además, se ha mostrado partidario de desarrollar “una sociedad de la vigilancia” en la que todos los miembros del barrio se impliquen en la prevención de la violencia y las derivas sectarias. “No es una sociedad de la delación”, ha matizado.