"Si buscan un responsable, el único responsable soy yo y solo yo". Con esta declaración, Emmanuel Macron puso fin a seis días de mutismo marcados por el escándalo de su exresponsable de seguridad, Alexandre Benalla. Frente a un público bien selecto, los diputados de su propio partido, Macron asumía la noche del martes su responsabilidad en la crisis que golpea al Elíseo y a su Gobierno, amenazado por una moción de censura.

Macron rompió su hermético silencio, en el centro de las críticas de la oposición, para condenar la violencia ejercida por su guardaespaldas de confianza contra un manifestante el primero de mayo, mientras se hacia pasar por policía. « Lo que sucedió (…) es grave y serio. Y para mí fue una decepción, una traición. Nadie a mi alrededor o en mi gabinete ha sido protegido o ha eludido las reglas, las leyes de la República », aseguró el mandatario.

A pesar de la magnitud del escándalo, Macron apostó por minimizar la importancia del affaire Benalla, calificándolo como una « deriva individual » y marcando distancias con aquellos que lo califican como un verdadero asunto de Estado. Según el mandatario, « la República ejemplar », tan defendida por él mismo y ahora en entredicho, « no está exenta de errores ».

Al contraataque

Si bien Macron aprovechó su alocución para entonar su mea culpa, no perdió la oportunidad para contraatacar a una oposición exasperada que le exige explicaciones desde hace una semana. « Si quieren un responsable, este está delante de vosotros. Que vengan a buscarlo », una provocadora frase que, sin duda, no apaciguará el fuego que se propaga día a día en torno al presidente.

Entre la provocación y la ironía, Macron aseguró que « Benalla nunca ha ocupado un apartamento de 300 m2 (…) nunca ha ganado 10.000 euros (…) jamás ha sido mi amante ». Marcando así el ritmo de en un discurso cargado de ataques frontales contra la prensa que, a su parecer, « ya no busca la verdad».

Acusado él mismo de buscar un chivo expiatorio capaz de contener la crisis, el presidente aseguró que « no entregará cabezas ». « Esto no es una república de fusibles, ni una república del odio », explicó haciendo referencia a aquellos que exigen la reestructuración, o un « cambio de fusibles », de su gabinete.

Una exigencia evocada en múltiples ocasiones por la oposición que trata de depurar responsabilidades a través de una comisión de investigación abierta por la Asamblea Nacional. El ministro del Interior, Gérard Collomb, el prefecto de la Policía de París, Michel Delpuech, o el director del gabinete del Elíseo, Patrick Strzoda, se presentaron esta semana ante la comisión, sin que ninguno de ellos logrará arrojar algo de luz sobre un escándalo plagado de interrogantes.

El papel de Strzoda

Sin embargo, tras la alocución de Patrick Strzoda, quien asumió su « plena responsabilidad » en la sanción impuesta a Benalla -15 días de suspensión de empleo y sueldo-, e insistió en excusar al propio presidente, que se encontraba de vista en Australia, a « 10.000 kilómetros », muchos le apuntaban ya como la persona que terminará pagando los platos rotos de este escándalo.

Mientras las investigaciones judiciales y administrativas, abiertas tras la revelación de los hechos por el diario 'Le Monde', continúan su curso, la vida política francesa permanece paralizada. El debate sobre la reforma constitucional continuará bloqueado hasta nuevo aviso, la oposición da prioridad así a la comisión de investigación de la Cámara Baja, que exige la comparecencia del propio presidente de la República.

La estrategia de Emmanuel Macron de hacer mutis por el foro durante seis días de crisis y parálisis política, tomando finalmente la palabra frente a sus acólitos, no ha hecho más que alimentar la indignación de propios y extraños. Según un sondeo realizado por Elabe, publicado este martes, ocho de cada diez franceses dicen estar conmocionados por el 'affaire Benalla', el 75% considera indispensable que el jefe de Estado se explique públicamente.