La gestión de los flujos migratorios se perfila como el principal campo de batalla de las elecciones al Parlamento Europeo del 2019 y, a nueve meses de la cita con las urnas, los dos principales bandos están más que definidos.

El tándem formado por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y el líder de la Liga italiana, Matteo Salvini, embarcados en una alianza xenófoba para sellar las fronteras de la Unión Europea, puso este martes nombre y apellidos a su principal adversario: Emmanuel Macron.

Veinticuatro horas después, el presidente francés, que esta semana ha iniciado en Dinamarca una gira por las capitales europeas en busca de aliados, ha asumido el papel de opositor para crear un arco progresista que frene el auge del populismo.

“No cederé nada a los nacionalistas y a los que promueven este discurso de odio. Si han querido ver en mi persona a su principal oponente, tienen razón”, ha declarado Macron en Copenhangue.

La guerra política está declarada y el Consejo Europeo que se reunirá el próximo 20 de septiembre en Salzburgo para abordar la cuestión migratoria se caldea.

“En los próximos meses tendremos que tomar decisiones para tratar el tema de las migraciones. Eso implica seriedad y responsabilidad manteniendo el compromiso con nuestros valores, como el derecho de asilo, con una verdadera política hacia los países de origen. Eso no es lo que proponen los señores Orbán y Salvini”, ha añadido.

Doble reto

Emmanuel Macron fue el candidato más abiertamente pro-europeo en las elecciones presidenciales francesas que le llevaron al Elíseo en mayo del 2017. Su victoria ante la ultraderechista Marine Le Pen, además de revolucionar el tablero político francés, supuso un alivio para Bruselas.

Sin embargo, su ambicioso plan de refundación del proyecto europeo se está quedando en papel mojado por la fragilidad de la cancillera alemana, Angela Merkel, y el peso de los partidos populistas en Alemania, Italia, Austria o la República checa.

Los comicios al Parlamento Europeo suponen para Macron un doble reto. Por un lado, deberá convencer a los electores franceses de que su propuesta europea sigue siendo válida. Por otro, tendrá que persuadir a sus socios europeos para hacer un frente común ante el avance de las fuerzas nacionalistas.