Donald Trump advirtió ayer a Rusia de que prepara una respuesta militar inminente al presunto ataque con armas químicas en Siria, un crimen que las cancillerías occidentales atribuyen al régimen de Bashar al Asad. Tras prometer esta semana represalias «contundentes» y «un precio muy alto» para los responsables del ataque, el presidente de EEUU volvió a telegrafiar sus intenciones en las redes sociales. «Prepárate Rusia porque (los misiles) van a venir, bonitos, nuevos, inteligentes», escribió en Twitter. Pocos parecen saber sin embargo qué tipo de operación se estaría preparando. Si se tratará de un bombardeo quirúrgico o una operación de mayor envergadura. Francia, el Reino Unido, Arabia Saudí y Qatar apoyan el castigo y no se descarta que participen en la ofensiva.

En anticipación a lo que podría venir, las fuerzas progubernamentales sirias empezaron a evacuar los principales aeropuertos y bases aéreas del país, según informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres. Varias aerolíneas internacionales cambiaron las rutas de los vuelos que transitan por la región. Y Rusia sugirió que no se quedará como mero espectador esperando la lluvia de misiles. La Marina rusa tenía previsto realizar ayer ejercicios con fuego real frente a las costas de Siria, mientras en Moscú, el Ministerio de Defensa informó que seguía con minuciosidad los movimientos de buques de guerra estadounidenses hacia el país árabe.

GUERRA DE NERVIOS / «La situación en el mundo se está volviendo cada vez más caótica. Con todo, esperemos que al fin y al cabo impere el sentido común», dijo el presidente Vladímir Putin.

La guerra de nervios llega en un momento decisivo del conflicto sirio. Después de siete años de tragedia épica, con medio millón de muertos, cinco millones de refugiados fuera del país y ciudades enteras devastadas, muchos observadores dan la guerra por decidida.

Se da por ganador al régimen sirio, y por extensión, a sus aliados, Rusia, Irán y la milicia libanesa de Hizbulá. Ese escenario genera terror entre los muchos enemigos de Irán, particularmente Israel, que teme que el gigante chií se instale a sus puertas. Esta semana su aviación bombardeó una base aérea cerca de Homs, controlada por la Guardia Revolucionaria iraní, y mató a siete de sus asesores.

Teherán prometió responder y los militares israelís abogan por una respuesta masiva en caso de que lo haga. El Gobierno de Netanyahu manifestó que hará lo que sea necesario para evitar que Irán establezca una base permanente en Siria.

Para participar en la operación, parece haber cola. «Si nuestra alianza con nuestros socios lo requiere, participaremos», dijo el martes en París el nuevo hombre fuerte de Arabia Saudí, el príncipe Mohammed Bin Salman, que llegó tras estar de gira por EEUU. Francia también demostró su apoyo sin fisuras. Después de que Emmanuel Macron hablara con Trump esta semana, la Casa Blanca afirmó que acordaron una respuesta «fuerte y conjunta».

El detonante de esta potencial escalada bélica, que corre el riesgo de enfrentar a EEUU y Rusia en los cielos levantinos, es el ataque con armas químicas del pasado sábado en Duma, a las afueras de Damasco.

Una guerra no le vendría mal a Donald Trump, teniendo en cuenta que cada vez está más acorralado internamente, después de que el FBI se llevara abundante documentación relacionada con la trama rusa de las oficinas de su abogado personal.