Los referéndums consultivos celebrados este domingo para ampliar las competencias autonómicas de Lombardía (Milán) y el Véneto (Venecia), que en total reúnen a 11 millones de habitantes y producen el 30% del PIB nacional, han alcanzado su objetivo. Los resultados han sido mejores en la ciudad de los canales que en el activo “motor económico” y “capital moral” de Italia.

En la región de Venecia han votado el 59% de los electores y en Lombardía han superado el 32% (2,5 millones). En esta última región, con 10.000 circunscripciones escrutadas, un tercio del total, el 'sí' ya contaba con el 90% de los sufragios. El Véneto debía conseguir, por efecto de su ley electoral, un quórum superior al 50%, que ha superado en casi 10 puntos, mientras que Lombardía no ponía límite alguno.

Habiendo usado por primera vez en Italia un sistema electrónico de voto, los resultados están siendo paradójicamente más lentos de cuanto se podía prever. A la medianoche, los votos ya escrutados favorables a una mayor autonomía era del 98% en el Véneto (con dos tercios escrutados) y del 95% en Lombardía.

A partir de ahora los respectivos gobiernos regionales deberán negociar con Roma la transferencia de unas 23 competencias que estaban en juego, entre ellas una mejora de las balanzas fiscales. Las dos regiones aspiran a que el 90% de los impuestos recaudados se queden en su territorio. Lombardía lamenta los más de 50.000 millones de diferencia entre lo dado y lo recibido.

“No tenemos nada que ver con Catalunya, queremos la autonomía, o sea más poder, más competencias y el federalismo fiscal, no la independencia”, ha comentado Luca Zaia, presidente del Véneto.

Autonomías especiales

Todas las regiones italianas son autónomas desde 1970, a excepción de cinco que, por sus características peculiares, obtuvieron la autonomía antes y en momentos distintos, pero todas ellas poco después del fin de la segunda guerra mundial (1945). Se trata del Valle de Aosta (1948), Tirol del Sur o Alto Adigio (1948 y 1972), Friuli-Venezia-Giulia (1954 y 1963), Cerdeña (1948) y Sicilia (1946). Cuando en Italia se habla de la autonomía de estas cinco se añade el adjetivo “especial”, porque tienen más competencias transferidas que las otras.

En el valle de Aosta (130.000 habitantes), enclave adosado a los Alpes en la frontera francesa, se habla un 'patois' o dialecto derivado del francés y en Friuli (1.200.000 habitantes) existe una minoría de habla eslovena (2.500 respecto a 1.220.00 habitantes). Su estatuto de autonomía prevé la elección de un diputado de aquella minoría para el Congreso de Roma y que en la zona interesada se enseñe el idioma. En Cerdeña (1.140.000 habitantes) se habla sardo, aunque en realidad los habitantes usan cinco dialectos distintos casi incomprensibles entre sí (uno es el catalán del siglo XIV y otro es un italiano mezclado con una especie de castellano antiguo), que nunca han sido “normalizados”, como sucedió con el catalán gracias a Pompeu Fabra. El siciliano que se habla en la isla, a pesar de que resulta incomprensible para el resto de Italia, no ha alcanzado nunca el rango y por lo tanto la reivindicación de ser un idioma cooficial o a enseñar en las escuelas.

En un principio solo Sicilia (5.050.000 habitantes) y Cerdeña contaron con todas las competencias fiscales, análogas a las del actual Euskadi, pero solamente Sicilia decidió aplicarlas, mientras que Cerdeña no lo ha hecho nunca.

Disputas en Tirol del Sur

La autonomía del Tirol del Sur, donde se habla alemán, italiano, ladino y cimbro, fue objeto de disputas internacionales después de Napoleón y del Congreso de Viena entre Austria -donde existe un Tirol del Norte- e Italia, terminadas con un acuerdo internacional (1919) y otros sucesivos (1947), por los que Viena quedó como avalador y garante de aquella autonomía. En los años 70 se produjeron algunos atentados en la región, como forma de protesta por la disminución de la autonomía regional y del malestar entre tiroleses y la minoría italiana presente en la región.

Actualmente el 62,3% de la población es autóctona y los italianos representan el 23,4%, lo que produce algunos roces en la Administración autonómica. Un referéndum del 2014 obtuvo el 92% de adhesiones para autodeterminarse o pasar la región bajo Austria. En la actualidad, el estatuto de autonomía tirolés se encuentra en una fase de reforma, principalmente por lo que afecta a la recolección de los impuestos regionales.

En general, todas las competencias de las regiones, sean con autonomía especial o normal, han sido recortadas en los años por el Tribunal Constitucional. Un ejemplo por todos: el Tirol puede decidir la construcción de una carretera, pero el itinerario de la misma debe ser aprobado por el Gobierno de Roma. La toponomástica también produce conflictos en la región, zona de vacaciones en verano, por las diferencias que existen entre llamar un lugar en alemán o en italiano.