En pleno giro hacia la derecha de Estados Unidos, México ha basculado hacia la izquierda. La victoria de Andrés Manuel López Obrador abrirá un nuevo capítulo en la relación íntima y enormemente complicada que mantienen los dos gigantes norteamericanos, países de historia paralela y economías entrelazadas que se enfrentan a múltiples desafíos comunes, desde el narcotráfico a la violencia o los flujos migratorios.

En su discurso ante miles de mexicanos en el Zócalo del distrito federal, Obrador se confabuló para mantener buenas relaciones con el vecino del norte. «Con el gobierno de EEUU buscaremos una relación de amistad y cooperación para el desarrollo, siempre basada en el respeto mutuo y en la defensa de nuestros paisanos migrantes que viven y trabajan honradamente en ese país». Antes había lanzado un mensaje conciliador al poder económico mexicano y los inversores extranjeros, afirmando que respetará la libertad empresarial y los acuerdos firmados, o subrayando que no habrá expropiaciones ni confiscaciones de bienes. Esas palabras son un bálsamo para Wall Street y los inversores estadounidenses que, como algunos mexicanos, temen que López Obrador se convierta en una suerte de Hugo Chávez.

Obrador ha chocado frontalmente en varias ocasiones con Trump. Se ha opuesto a su proyecto para construir un muro en la frontera, diciendo que «va en contra de la humanidad, la inteligencia y la historia». Ha descrito a Trump como un dirigente «errático y arrogante». Ha dicho que no permitirá el maltrato de sus conciudadanos inmigrantes en EEUU.

Y en un libro reciente, titulado Oye, Trump, escribió que el líder estadounidense y sus asesores «hablan de los mexicanos de la misma forma en la que Hitler se refería a los judíos antes de lanzar su infame persecución y su abominable exterminio».

«Obrador ha hecho declaraciones fuertes contra Trump y sus políticas, pero ni mucho menos han sido su principal caballo de batalla durante la campaña», asegura el profesor de la Universidad de Rice, Jesús Velasco. «No es lo mismo ser candidato que presidente. Si Obrador trata de modificar sustancialmente la relación bilateral, se enfrentará a una gran presión externa».

FELICITACIONES / Por el momento, Trump ha respondido con respeto a la decisión democrática de los mexicanos. «Felicidades por convertirse en el próximo presidente de México», dijo en las redes sociales. «Estoy impaciente por trabajar con él. Hay mucho que hacer que beneficiará tanto a EEUU como a México».

«Los pueblos dignos siempre luchan por tener un Estado soberano», dijo ayer el presidente boliviano, Evo Morales. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, opinó que la llegada al Gobierno de AMLO supondrá una moderación sensible de la hostilidad de la diplomacia mexicana hacia Caracas. «Que se abran las anchas alamedas de soberanía y amistad de nuestros pueblos», escribió en Twitter. El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, también saludó la «histórica victoria» de López Obrador.