El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, no ha hecho todavía su testamento político. Probablemente lo hará durante el debate sobre el estado de la unión en el mes de septiembre, a dos meses de que expire su mandato el 31 de octubre, pero ha aprovechado una comparecencia previa a la cumbre extraordinaria de este 9 de mayo, Día de Europa, en Sibiu (Rumanía) para entonar el mea culpa ante lo que considera sus grandes errores políticos: el escándalo del Luxleaks durante su etapa como primer ministro de Luxemburgo y, sobre todo, haber callado ante las mentiras de los partidarios del brexit durante la campaña antes del referéndum de 2016.

¿Qué he hecho mal?, se ha preguntado ante demandas de los periodistas. Puedo decírselo. Dos cosas: una personal y otra política. Cuando empecé mi mandato, apareció el asunto del Luxleaks y tardé una semana en exceso en responder a eso. Tendría que haber respondido inmediatamente. Eso fue un gran error, que me tomé demasiado tiempo para responder a eso, ha admitido sobre un escándalo que le estalló en las manos nada más asumir la presidencia del Ejecutivo comunitario.

Su segundo error, ha admitido, fue escuchar demasiado atentamente al Gobierno británico, a (David) Cameron. Porque el entonces primer ministro me pidió que no interviniera, que no interfiriera en la campaña del referéndum. Fue un error no intervenir y no interferir. Porque habríamos sido los únicos que hubiéramos destruido las mentiras que se circularon. Me equivoqué al permanecer en silencio en un momento importante, ha añadido en relación al silencio que mantuvo la UE ante la campaña del referéndum celebrado por el Reino Unido en junio de 2016.