Boris Johnson no logra convencer de su nuevo plan para el brexit a los unionistas de Irlanda del Norte. El primer ministro ha vuelto a chocar con la misma piedra que tropezó su antecesora, Theresa May, en el 2017. La historia se repite. Sin rechazarlo de plano, los unionistas tienen serias objeciones al proyecto para sustituir la salvaguarda en la frontera noirlandesa. La líder del Partido Unionista Democrático (DUP), Arlene Foster, ha entrado y salido los últimos dos días de la residencia oficial de Downing Street, en unas discusiones que continúan, de momento, sin fruto. El Gobierno no contaba con poder cerrar el acuerdo el miércoles.

Si Johnson no convence al DUP carecerá de los votos suficientes en el Parlamento. No tendrá los de los diez diputados unionistas, ni posiblemente de algunos de los más radicales euroescépticos. En una reunión con sus parlamentarios, Johnson comparó la negociación con la primera vez que se escaló el Everest, la cima está cerca, pero cubierta de bruma.

AMENAZA TERRORISTA

Si no hay acuerdo, el sábado entra en acción la llamada Ley Benn, que obliga a pedir un aplazamiento hasta el 31 de enero. El brexit puede dar al traste con el Acuerdo de Paz de Viernes Santo. Un portavoz del grupo terrorista Nuevo IRA, indicó en la cadena de televisión Channel 4 que cualquier frontera después del brexit será un objetivo legítimo a atacar.