El Gobierno británico se ha echado atrás en su plan de reabrir las escuelas de primaria en Inglaterra el próximo lunes. El ministro de Educación, Gavin Williamson, confirmó ayer el aplazamiento hasta septiembre y de los exámenes «hasta el próximo año». El pasado 1 de junio el Ejecutivo de Boris Johnson ordenó la apertura de guarderías y algunas clases de primaria para los alumnos de 5 y 6 años y para los de 10 años, a pesar de la fuerte resistencia de educadores y padres. Era el primer paso, que debía completarse el 15 de junio.

Johnson quería facilitar la vuelta al trabajo de los padres, para iniciar la recuperación económica. La decisión fue criticada por irrealista y prematura, cuando el peligro de contagio es aún alto. De acuerdo con las estadísticas publicadas ahora, únicamente la mitad de las escuelas obedecieron la orden y tan solo el 25% de los alumnos se presentaron en las aulas. El Gobierno cree que los centros de secundaria tampoco abrirán hasta septiembre, como muy pronto.

En la Cámara de los Comunes, la responsable de temas de educación del Partido Laborista, Rebecca Long-Bailey, acusó a Williamson de haber desoído el consejo de los profesores, porque el plan de retorno de los alumnos de primaria siempre fue «simplemente impracticable». Los directores de los centros insistieron en su día en que imponer las medidas de distancia social de dos metros requería tal cantidad de espacio que en la práctica era imposible de adoptar. A eso se añade el miedo a un incremento del nivel de contagios por covid-19 entre alumnos y profesores, algo sobre lo que los científicos no parecen ponerse de acuerdo.

Seis meses sin escuela, algo que los británicos no han visto desde la segunda guerra mundial, puede suponer que los alumnos pierdan el 40% de su tiempo en clase este año.