Boris Johnson debutó ayer en la Cámara de los Comunes como primer ministro asegurando que su mandato «será el principio de una era de oro» para el Reino Unido. Un país «limpio, verde, próspero, unido, lleno de confianza y ambicioso». Menos de 24 horas después de su nombramiento, Johnson prometió poner remedio a todos los males del país, en el tono acelerado, avasallador y gesticulante de un vendedor de feria, muy diferente del que imperaba hasta ahora en la vida parlamentaria británica. Y la llave que abre la puerta a ese mundo maravilloso es el brexit. Un brexit que solo existe en su imaginación.

Unilateralmente, Johnson dio por muerto el acuerdo alcanzado por su antecesora, Theresa May, y la Unión Europea, el pasado noviembre. «Ningún país que valore su independencia y su propio respeto puede firmar un tratado que entrega nuestra independencia económica y la autonomía de nuestro Gobierno, como lo hace la salvaguarda», para la frontera en Irlanda del Norte.

Se había especulado con la idea de llegar a un compromiso -poniendo un límite de tiempo a esa póliza de seguridad- pensada para prevenir el retorno de una frontera formal entre la República de Irlanda y el norte de la isla. Pero Johnson rechazó esa posibilidad. «Un límite de tiempo no es suficiente. Debe quedar bien entendido que la manera de llegar a un acuerdo pasa por la abolición del backstop», subrayó imperativamente el premier dirigiéndose a Bruselas.

Johnson anunció que tanto él como el ministro para el brexit, Stephen Barclay, uno de los pocos que ha conservado el cargo ministerial tras la purga llevada a cabo el miércoles, se volcarán en las renegociaciones «con la mayor energía, determinación y espíritu de amistad.

Espero que la Unión Europea esté igualmente lista y que reconsidere su actual negativa a hacer cambios en el acuerdo de retirada». El flamante primer ministro volvió a insistir en que la fecha límite de salida es el 31 de octubre y que se cumplirá «sin quizás, ni peros». Si para entonces el pacto no se ha logrado, Johnson dijo que el Reino Unido tendrá que irse de la UE «sin acuerdo alguno». El jefe negociador de la UE, Michel Barnier, en una nota a los diplomáticos comunitarios, advirtió que la retórica «combativa» de Johnson tiene como objetivo romper la unidad europea y rechazó la posibilidad de una renegociación, al tiempo que pidió a los miembros de la UE que se preparen para una salida de los británicos sin acuerdo. Johnson habló por teléfono con el presidente saliente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

SALIDA PACTADA / La impresión es que, para el grupo de talibanes del brexit, del que se ha rodeado Johnson en su Gobierno, prácticamente la plana mayor del equipo que dirigió la campaña del Vote Leave durante el referéndum, esa ruptura brutal era lo deseado desde un principio. El primer ministro repite que prefiere una salida pactada. Pero sus condiciones son tan perentorias y el plazo que se ha dado tan menguado que en la práctica condena al Reino Unido a marcharse dando un portazo.

Johnson anunció que ha encomendado al de hecho número dos del Ejecutivo, Michael Gove, volcarse en los preparativos para que el país afronte una salida sin acuerdo como «máxima prioridad». «El Reino Unido está más preparado de lo que muchos creen, pero no estamos aún tan preparados como deberíamos».

En la estrategia de Johnson no es descartable que esté contemplando la celebración de unas elecciones anticipadas, incluso en octubre. Ha sido algo que no ha negado su portavoz a preguntas de los periodistas. Johnson querría capitalizar el empuje de su llegada antes de que la realidad del brexit lleve al país a la recesión y las promesas no cumplidas se vuelvan contra él. La necesidad de un mandato popular en las urnas y sobre todo de una mayoría suficiente para gobernar puede hacerle tomar esa decisión.

Un incentivo para ello es el aprovechar la crisis de los laboristas, bajo un Jeremy Corbyn que no llega a aclararse con el brexit y no es capaz de atajar los problemas de antisemitismo en su formación. Los liberales demócratas acaban de elegir a su líder, Jo Swinson, que trata de crear una coalición con los Verdes. Johnson podría contar con el apoyo, táctico o formal, del Partido del Brexit de Farage.

«FANFARRONADAS» / El líder Laborista Jeremy Corbyn llamó ayer al nuevo primer ministro, el conservador Boris Johnson, «el Trump del Reino Unido», alertó contra convertir a este país en un estado «vasallo» de EEUU, y dijo que el país necesita «competencia» y no «fanfarronadas», en alusión al discurso del nuevo primer ministro.