Para las japonesas que aspiran a doctor, los escollos empiezan antes de tocar un estetoscopio en la facultad. Una investigación gubernamental está descubriendo que varias facultades de Medicina inflan las notas de acceso de los hombres para apartar a las mujeres. El escándalo, de dimensiones aún desconocidas, ejemplifica los retos de la política que pretende empujar a la mujer al mercado laboral en Japón.

Las universidades tokiotas de Juntendo y Kitasato han confesado ahora después de negativas acumuladas durante semanas. El asunto se ha resuelto con el litúrgico espinazo flexionado de disculpa de los responsables. Hiroyuki Daida, decano de Juntendo, ha justificado la ayuda a los hombres desde la piedad al desvalido. "Las mujeres maduran antes y sus capacidades de comunicación también son más altas a la edad en que se enfrentan al examen", ha explicado. "Queríamos rescatar a esos chicos y, en base a esa idea, los compensamos", siguió. "Queríamos reducir la brecha entre hombres y mujeres para asegurar un proceso más justo", acabó. La compensación consistió en bajar medio punto la nota de acceso a la universidad para ellos. También alegó la falta de espacio en los dormitorios para el alumnado femenino. Las autoridades han juzgado los argumentos como inaceptables.

Las sospechas se habían acumulado sobre la universidad de Juntendo porque mostraba el mayor desequilibrio de géneros en sus aulas. Su presidente, Hajime Arai, solo había admitido ciertos ajuntes que no concretó. Hoy, bajo la tormenta, ha prometido el fin de discriminación. También la Universidad de Kitasato ha confesado esta semana en su web que priorizó a los hombres.

POR EXIGENCIA DE LOS HOSPITALES

El escándalo había germinado en agosto en la prestigiosa Universidad de Medicina de Tokyo. El centro confesó que durante más de una década había alterado las notas de acceso para reducir el número de mujeres y lo justificó desde la maximización de los recursos sociales: las mujeres suelen abandonar su trabajo al casarse o dar a luz y los hospitales ya sufren escasez de personal. Esas alusiones al derroche certificaron las sospechas que habían anidado durante años y colocaron al país frente al espejo. Las víctimas han descrito en la prensa local cómo sus sentimientos viraron de la depresión a la ira. Una veintena pide al centro indemnizaciones de 100.000 yenes (775 euros) por daños emocionales y los gastos de los exámenes y el transporte.

Japón anunció entonces una campaña de investigación sobre 81 universidades con facultades de Medicina que ha desembocado esta semana en las confesiones de los centros de Juntendo y Kitasato. Queda aún una cincuentena de centros por fiscalizar. Los investigadores también han hallado que los centros puntúan al alza a los hijos de antiguos alumnos y a la baja a los candidatos que ya acumulaban fracasos anteriores. También que seleccionaban a jóvenes de listas de espera paralelas al proceso de acceso. Es un cuadro de discrecionalidad extrema en un proceso que debería sublimar la limpieza y la meritocracia. El ministro de Educación, Masahiko Shibayama, ha hablado de "tristeza" y pedido a los centros que miren los procesos de acceso desde la perspectiva de los alumnos.

LA EXCLUSIÓN LABORAL DE LA MUJER

Las facultades de Medicina evidencian los contracuerpos sociales que genera la audaz campaña del primer ministro, Shinzo Abe, para llevar a la mujer al mercado laboral. Le empujó la creciente escasez mano de obra provocada por el envejecimiento demográfico y la falta de inmigrates. Los resultados son decepcionantes. La participación de la mujer en el trabajo ha subido del 46% en el 2012 al 50% actual, pero esa entrada ha sido a través de contratos temporales y peor pagados: la paradoja es que la esperada presencia femenina en el mercado laboral ha bajado más los salarios medios que revitalizado la economía.

Ninguna de las 225 compañías del índice Nikkei están presididas por mujeres y no hay altas ejecutivas en el 73% de las empresas japonesas. También hay profesiones con infrarrepresentación femenina. La medicina, por supuesto, es una de ellas. El índice de igualdad de géneros que elabora el Foro Económico Mundial sobre 142 países dicta sentencia sobre las célebres womenomics de Abe. Japón ha pasado del puesto 101 en el 2012 al 114 actual.