La sustitución de la actual valla de alambre por un muro de hormigón a lo largo de la frontera entre Israel y el Líbano es el último punto de fricción entre estos dos países vecinos pero muy mal avenidos.

El nuevo muro, cuyo recorrido ya ha trazado Israel, discurrirá a lo largo de la llamada Línea Azul que la ONU demarcó tras la evacuación israelí de Líbano en el 2000. Sin embargo, las autoridades de Beirut sostienen que la Línea Azul no se superpone exactamente sobre la frontera y que hay zonas libanesas que han quedado del lado israelí.

El presidente libanés, el cristiano Michel Aoun, se reunió ayer con el primer ministro suní, Saad Hariri, y con el presidente chií del parlamento, Nabih Berri, con el fin de discutir «las amenazas israelís» que, en su opinión, «violan claramente» la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU y «amenazan la estabilidad» de la zona.