El conflicto migratorio entre los ministerios del Gobierno italiano, la Unión Europea (UE) y la Presidencia de República alcanzó ayer un punto inédito, desde que en marzo se formó el Ejecutivo populista, integrado por la xenófoba Liga y los indignados -a veces antagonistas y en algunos casos progresistas- del Movimiento 5 Estrellas. Después de cinco días de espera en el mar, «la nave militar italiana Diciotti, con 177 emigrantes a bordo, atracará en el puerto de Catania (Sicilia)», según tuitó ayer el ministro de Transporte, Danilo Toninelli. Sin embargo, al cabo de una hora, el ministro Matteo Salvini, vicepresidente y titular de Interior y sin competencias sobre puertos ni defensa, manifestó a través de las redes sociales que «no existe ninguna autorización, si antes la UE no responde sobre el reparto de los 177 entre varios países».

Mientras tanto, la fiscalía de Agrigento (Sicilia) abrió un sumario sobre el caso. En el mismo resultan implicadas las autoridades de Malta que «empujaron» sin demasiada diplomacia la barca de los emigrantes hacia Italia, según pudieron comprobar los radares. El sumario abarca también la seguridad de los salvados, garantizada por las distintas convenciones de Ginebra, y las políticas migratorias de Salvini, que intenta como sea implicar a la UE en los repartos de migrantes. «O los inmigrados son repartidos en la UE o los devolveremos a Libia», dijo el jefe de la Liga, aun a sabiendas de que la «devolución en caliente» está prohibida por las convenciones de Ginebra, que Libia no ha firmado nunca.

«El Diciotti atracará en Catania, los valerosos hombres de la Guardia Costera han cumplido con su deber salvando vidas humanas a tan solo 17 millas de Lampedusa (isla de Italia). Europa, cumpla ahora su papel», exigió el titular de Transportes.

Pero, al cabo de una hora, Interior emitió un comunicado en el que asegura «no haber dado ninguna autorización para que atraque el Diciotti hasta que no tenga la certidumbre de que los migrantes irán a otra parte. Esperamos respuestas de Europa y hasta que no lleguen nadie se apeará del Diciotti, añadía.

En las mismas horas, llegaban a Presidencia de la República centenares de mensajes calificando la situación de «inaceptable». El alcalde de Lampedusa, Totò Martello, pidió al presidente, Sergio Mattarella, que «intervenga sobre el Gobierno italiano para superar una situación inaceptable, surgida de un pulso que es más político que humanitario».

El Ministerio de Exteriores envió por primera vez sendas comunicaciones a la Comisión Europea y a la Alta Representante de la UE, Federica Mogherini, en las que pide que la Unión tome cartas en el asunto y ofrezca a Italia un reparto de los inmigrantes. Hasta hoy, Italia había resuelto el problema a través de contactos bilaterales con los otros miembros de la UE, mientras que en esta ocasión se ha dirigido directamente a la cúpula comunitaria.

FONDOS A ITALIA / Salvini dijo que «o Europa recuerda que existe o bien Italia dejará de ser un campo de prófugos al que todos llegan, se quedan y los italianos pagan». No hizo ninguna referencia a los fondos que la UE ha dado a Italia, que geográficamente es la primera tierra de Europa para los que huyen de hambre y guerras. «Ya hemos colaborado, visto que en los últimos años han desembarcado en Italia 700 mil personas», añadió Salvini, sin hacer ninguna referencia a que en Italia aquellos 700 mil inmigrados ya no existen, porque escapado clandestinamente hacia otros paises europeos. La última contabilidad de Interior cifra en unos 190.000 los inmigrantes en suelo italiano. En lo que va de año, han llegado más inmigrados a España que a Italia, porque a causa de la política de «puertos cerrados», los traficantes de personas han desviado las rutas de Libia hacia Argelia y Marruecos.