El nacionalismo corso muestra músculo, pero pone sordina a la vía de la independencia. En Arinella, a las afueras de Bastia, bajo una carpa blanca y al ritmo pegadizo de la música local, los candidatos de Pè a Corsica (Por Córcega), la coalición de autonomistas e independentistas favorita para revalidar la victoria en los comicios regionales de hoy, quemaron sus últimos cartuchos en el cierre de campaña ante más de mil simpatizantes.

La sombra del llamado procés planeó sobre esta isla mediterránea de 330.000 habitantes cuando la crisis catalana alcanzó su apogeo tras el referéndum del 1-O y la proclamación unilateral de independencia, pero el jueves la palabra Cataluña no se mencionó en el mitin. El peligro de un conflicto como el catalán en Córcega ha sido el principal ángulo de ataque de los partidos de la oposición, aunque, en opinión del profesor de la Universidad de Córcega, André Fazi, no está claro que sea suficiente para reconquistar a su electorado. «La situación corsa está objetivamente muy lejos de la catalana», subraya.

La isla celebra hoy la primera vuelta de unas elecciones trascendentales. De ellas saldrá el equipo de Gobierno del nuevo órgano territorial, una entidad única y con más poder que nacerá el 1 de enero del 2018 fruto de la fusión de los dos departamentos actuales, Córcega del Sur y Alta Córcega.

LISTA ÚNICA NACIONALISTA // El autonomista Gilles Simeoni, actual presidente del Consejo ejecutivo, y el independentista Jean-Guy Talamoni, a la cabeza de la Asamblea regional, vuelven a presentarse juntos en una lista única.

Después de conquistar la alcaldía de Bastia en el 2014, vencer en las territoriales del 2015 con casi un 36% de votos y lograr tres de cuatro escaños en la Asamblea Nacional durante las legislativas del 2017, el tándem nacionalista confía en mejorar sus propias marcas.

Su objetivo es superar el resultado de hace dos años y obligar a París a escuchar sus reivindicaciones, básicamente negociar un estatuto de autonomía con poder legislativo, y reconocer la cooficialidad de la lengua corsa. Para ello es necesario reformar la Constitución francesa.

La independencia no está en el orden del día y ni siquiera Talamoni se lo plantea mientras Córcega no despegue económicamente. Solo representa el 0,4% del PIB francés, de ahí que se mire a Cataluña más como un referente económico que como un modelo político.

«Cuando los nacionalistas llegaron al poder en el 2015, empezaron a mirar hacia Cataluña. Unos porque pedían la independencia y otros, por su modelo económico. Pero es una referencia reciente, porque para Simeoni el modelo es el italiano del Valle de Aosta y para Talamoni era el País Vasco», explica el historiador Antoine Marie Graziani.

El declive de los partidos dominantes, un deseo de renovación política y el fin de la violencia, tras el abandono de las armas del Frente Nacional de Liberación Corso (FNLC) en el 2014, ha llevado a las instituciones, tras 40 años en la oposición, a una generación de nacionalistas cuya identidad se ha forjado en la lucha y la oposición al Estado francés.

Aunque confían en el triunfo, los candidatos de Pè a Corsica temen que la posible unión de la derecha y la izquierda en una suerte de frente republicano intente cortarles el paso en la segunda vuelta que se celebrará el 10 de diciembre. A las dos candidaturas de la derecha que han anunciado su alianza podría sumarse La República en Marcha, el partido de Macron.

Talamoni denunció que el único punto en común de candidatos ideológicamente dispares era «recuperar sus sillones» y alertó a sus tropas: «Todavía no hemos ganado. La primera vuelta será decisiva».

El tablero político se completa con la Francia Insumisa -concurre junto a los comunistas contra el criterio de Jean Luc Mélenchon-, el Frente Nacional, y los independentistas radicales de Rinnovu, que han rechazado unirse a la coalición nacionalista gobernante. Partido Socialista y Ecologistas no se presentan.

POPULARIDAD DE SIMEONI / La falta de estudios impide saber si el sentimiento nacionalista avanza en Córcega, pero lo que a juicio del investigador André Fazi está claro es que la popularidad de Simeoni le ha permitido conquistar a electores que antes votaban a la izquierda o a la derecha.

Cuando Simeoni se coloca ante el atril para clausurar el mitin de Bastia, bromea -en corso y en francés- y el auditorio ríe. Tras la huella del cansancio se adivina el carisma. Les habla de una aventura humana, de emoción, de paz, de diálogo, de confianza en el futuro. «No nos dirigimos solo a los nacionalistas. No queremos una Córcega dividida en dos bloques. Este país lo vamos a construir juntos, incluso con quienes nos han cerrado la puerta».