No hace falta recurrir a la ciencia ficción para visualizar las pavorosas consecuencias del calentamiento global. Basta con mirar las imágenes aéreas tomadas en el sobrevuelo del norte de las islas Bahamas. Tras casi dos días de tormenta inclemente, el huracán Dorian ha dejado a su paso un paisaje apocalíptico de barrios, puertos e infraestructuras pulverizadas por el viento y la embestida de las mareas, una catástrofe de enormes dimensiones, similar a la sufrida en los últimos años por las Islas Vírgenes, los Cayos de Florida o Puerto Rico. Aunque el aumento de la temperatura del océano y la atmósfera no parece haber incrementado el número de huracanes, sí ha agravado su intensidad y sus precipitaciones, según varios estudios. El paisaje de las Bahamas es el paisaje del futuro.

La devastación está concentrada en las Islas Ábaco y Gran Bahama, donde viven conjuntamente unas 70.000 personas, dedicadas principalmente a la industria turística. Allí se quedó Dorian suspendido durante unas 36 horas, con vientos que llegaron a alcanzar los 300 kilómetros por horas y una crecida de las mareas de hasta siete metros, según los meteorólogos. Partes de Ábaco han quedado hechas añicos. Las inundaciones son severas, dijo el primer ministro Hubert Minnis tras sobrevolar la zona. Tres de cada cuatro viviendas siguen allí bajo el agua o cubiertas por la arena, lo que está dificultando las tareas de rescate, acometidas con lanchas, botes y helicópteros. Por el momento se ha confirmado la muerte de siete personas, aunque las autoridades creen que acabarán siendo muchas más.

"Empezar de nuevo"

No bastará con reconstruir algunas cosas, habrá que empezar de nuevo, ha afirmado Lia Head-Rigby, cooperante de una oenegé que opera en el país. De momento, abundan los obstáculos para trasladar comida, agua y medicamentos a las zonas afectadas o atender a los heridos porque también los hospitales y edificios públicos han quedado severamente dañados. La prioridad de las autoridades se está centrando en rescatar a aquellos que seiguen atrapados en los tejados o bajo las montañas de escombros.

Tras dejar atrás las Bahamas, Dorian avanza hacia el norte, casi en paralelo a la costa este de EEUU. El huracán ha perdido intensidad y es ahora de categoría 2, pero también ha ampliado su campo de acción. Más que en Florida, los temores están concentrados en Georgia y las Carolinas, a las que podría aproximarse peligrosamente. Esos tres estados se enfrentan a un triple amenaza de vientos destructores, lluvias torrenciales y una crecida de las mareas que podría resultar letal, según el Centro Nacional de Huracanes.