Los líderes hongkoneses de la 'revuelta de los paraguas' han acabado en la cárcel. La decisión golpea al movimiento prodemocrático y estimula las dudas sobre la influencia de Pekín en el que había sido un sistema judicial de ejemplar independencia.

El Tribunal de Apelaciones ha dictado penas que oscilan entre los seis y los ocho meses de prisión para los veinteañeros Joshua Wong, Alex Chow y Nathan Low. Los tres habían recibido el pasado año condenas que no implicaban el ingreso en la cárcel sino trabajos para la comunidad. El agravamiento de las penas dictadas por un panel de tres jueces llega después del recurso de la Fiscalía al entender que las primeras eran demasiado livianas y enviaban un mensaje equivocado a la juventud. El tribunal aclara que la condena no castiga el ejercicio de sus libertades civiles sino sus acreditados "comportamientos intimidatorios y desordenados".

El barbilampiño Wong es el rostro más mediático del movimiento prodemocrático. En las protestas de 2014 apenas contaba con 17 años y alternaba el instituto con furibundas arengas a las masas. Law se convirtió en el diputado más joven de la excolonia pero fue despojado el mes pasado de su cargo al prosperar una demanda presentada por el Gobierno. Las condenas también les cierran las puertas del Parlamento durante cinco años.

Irreconciliable división

Los tres daban por descontada la cárcel en las convulsas horas previas. No se recordaban aglomeraciones parecidas en la sede judicial hongkonesa, donde se juntaron partidarios y contrarios en una metáfora de la irreconciliable división que ha sacudido la vida de la excolonia en los últimos años. "Espero que el pueblo no se rinda. La victoria es nuestra. Cuando seamos liberados el próximo año, espero que podamos ver un Hong Kong con mucha esperanza", ha dicho esta mañana Wong con un altavoz que rivalizaba en decibelios con el de sus detractores.

Los activistas habían sido detenidos el 26 de septiembre de 2014 cuando intentaban recuperar un espacio para las protestas frente a la sede gubernamental. Aquella acción terminó con los intentos violentos de una muchedumbre para entrar en el edificio y la consiguiente represión policial. Las imágenes reverdecieron un movimiento que languidecía y miles de personas ocuparon las principales arterias del distrito financiero. La protesta terminó casi tres meses después por simple agotamiento sin que Pekín ni el Gobierno hongkonés hubieran aceptado ni una de las reclamaciones de los jóvenes.

Hong Kong se rige por el modelo de "un país, dos sistemas" desde que regresara a la madre patria después del periodo colonial en 1997. La fórmula funcionó durante un buen periodo de tiempo pero los temores sobre la creciente influencia de Pekín en asuntos domésticos y la crisis económica han estimulado el descontento en los últimos años entre la juventud.