La escena habla por sí sola. Alfredo Astiz, que en sus días de infiltrado entre las Madres de Plaza de Mayo, que luego desaparecerían, se hacía llamar Gustavo Niño, entró altivo en la sala de audiencias del Tribunal Federal Oral. “¡Vas a morir como (Jorge) Videla, en la cárcel!”, le gritaron. Familiares, amigos y simpatizantes del excapitán y otros represores empezaron a cantar el himno argentino. Se siguen considerando la patria misma. Horas después, la causa judicial más larga abierta después años de impunidad por los actos aberrantes ocurridos en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) llegaba a su fin.

De los 54 imputados, 48 fueron condenados. De ese total, 29, entre ellos Astiz y su jefe, Jorge 'El Tigre' Acosta, volvieron a recibir una condena a prisión perpetua. Los jueces aplicaron por primera vez esa pena a dos oficiales que tripularon los “vuelos de la muerte”. Uno de esos aviones que arrojaba prisioneros sedados al mar es que el llevó en su interior a la fundadora de las Madres, Azucena Villaflor. Entre los seis absueltos se encuentra Julio Poch, quien tras la dictadura miliar se recicló como aviador civil en la línea de bandera de Holanda. Cuando escuchó el beneficio, se levantó de la silla, abrazó a excompañeros de andanzas oscuras y recibió aplausos. Las esposas de los marinos volvieron a cantar el himno.

“Como a los nazis les va a pasar, adónde vayan los iremos a buscar”, respondieron en la sala de audiencia los familiares de las víctimas de un campo de concentración levantado en una de las principales avenidas de la ciudad de Buenos Aires, a la vista de todos y a la vez invisible, por donde pasaron unas 5.000 personas. En un artículo publicado en el portal Anfibia, Sebastian Lacunza aseguró que los juicios contra los marinos, la rama militar de más alcurnia, “rompen la lógica del sistema penal argentino que consiste en llenar las cárceles de pobres”. Ellos son los que “compran dólares” y viven en los mejores barrios de la capital y sus alrededores.

Enemigo interno

La causa ESMA III se proyecta al presente de muchas maneras. De un lado, recuerda que Mauricio Macri, quien fue ocho años alcalde capitalino, recién visitó el centro clandestino cuando asumió la presidencia: nunca le interesó el tema de los derechos humanos. Pero otro aspecto relaciona pasado y presente cuando el Ministerio de Seguridad vuelve agitar el fantasma de un “enemigo interno” para abordar un conflicto de larga duración como la reclamación de parte de la comunidad originaria mapuche por sus tierras.

Un joven fue asesinado en la Patagonia el pasado domingo por un grupo de élite. Las autoridades políticas trataron de asociarlo a una inverificable Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) que, según el Gobierno, tendría vínculos con el separatismo kurdo. El propio Astiz dijo que sus acciones en los años 70 y las de hoy contra los “secesionistas” son lo mismo. “¿Tu eres de la RAM?”, le preguntó la esposa del represor Ernesto Barreiro a uno de los periodistas que estuvieron en la sala de audiencias, y pareció decirlo todo.