El terrorismo neonazi ha vuelto a cobrarse nuevas vidas en Alemania. En julio, un nostálgico del Tercer Reich asesinó a sangre fría a Walter Lübcke, político conservador que había apoyado la acogida de refugiados. Ayer, la ciudad de Halle vivió una matanza en plena calle más propia de países como Estados Unidos. Ambos casos reflejan un patrón que alerta de la creciente organización de la violencia fascista.

El autor de la masacre de Halle es Stephan Balliet, alemán de 27 años que tenía como objetivo asesinar a tantos «no blancos» como fuera posible, aunque los judíos eran sus «preferidos». Para ello se vistió con un uniforme militar de combate y utilizó armas automáticas, incluso granadas de mano. Hasta ahora no era conocido por las autoridades y vivía con su madre en el municipio de Benndorf. La Policía investiga si tuvo algún cómplice durante la preparación o ejecución del ataque.

El objeto de la ira neonazi eran los judíos, pero en otras ocasiones lo han sido los musulmanes o los grupos de izquierda. De hecho, en el vídeo, Balliet confiesa que antes de decidirse a asaltar la sinagoga de Halle ya había planeado un atentado contra una mezquita y contra activistas progresistas. Todo, destinado a librar una «guerra racial» y convertirse en un mártir del supremacismo blanco. Sus tesis quedaron claras en el vídeo que publicó antes de lanzarse a la calle. Eliminado ya de internet, en él el atacante negaba la existencia del Holocausto y defendía la teoría de El Gran Reemplazo, una conspiranoia que culpa al feminismo y a los judíos de una llegada de inmigrantes musulmanes a Europa.

Terror en directo

Según ha detallado la investigación, este neonazi instaló una cámara en su casco que emitió en directo el ataque a través de Twitch, una plataforma de vídeo de Amazon que se utiliza principalmente para los videojuegos. Así, optó por la ludificación o gamificación del terror, un sádico método cada vez más seguido por los terroristas de extrema derecha con el que difunden las imágenes de su ataque como si se tratase de un videojuego. Brenton Tarrant, el asesino de Christchurch, en Nueva Zelanda, también se sirvió de este método y retransmitió el asesinato de 51 civiles musulmanes a través de Facebook Live Video. Balliet, el asesino de Halle, intentó forzar la entrada de la sinagoga, pero incluso tras 20 disparos las puertas no cedieron. Dentro había hasta 80 personas celebrando el Yom Kippur, la festividad.