Amenazas de sedición, intercambio de ataques, lenguaje incendiario, condenas, reproches y la sospechosa divulgación de un dosier sobre las aventuras extraconyugales de quien ambiciona ser el próximo primer ministro británico: Boris Johnson. El curso político ha arrancado con un recrudecimiento de la guerra en el Partido Conservador.

A 200 días de que se haga efectivo el brexit y a dos semanas de la conferencia anual conservadora, Johnson y los suyos intensifican las maniobras para acabar con el llamado plan de Chequers de Theresa May sobre la salida de la Unión Europea. Ayer, en una batería de entrevistas y comentarios, el que fuera secretario de Estado para el brexit, Steve Baker, advirtió que los conservadores sufrirán, «una ruptura catastrófica» si May continúa con el plan.

Barker, que renunció al cargo en desacuerdo con la propuesta, asegura que «ya hay casi 80 diputados que quieren votar en la Cámara de los Comunes contra el plan de Chequers, que nos deja mitad dentro, mitad fuera, en lugar de abandonar por completo la Unión Europea».

Esa rebelión, cuyo número otros conservadores dejan en apenas la mitad, implicaría que May necesitaría para la aprobación a la oposición laborista, que aún no se ha manifestado. «Estamos llegando a un punto en que es extremadamente difícil ver cómo podemos rescatar al Partido Conservador de una división catastrófica y seguir adelante con la propuesta de Chequers», afirma Baker. Otro tory muy crítico, el exlíder del partido Ian Ducan Smith, calificó el plan de «inaceptable» y«esencialmente muerto».

El domingo, en el periódico ultraconservador Mail on Sunday, Boris Johnson, en uno de sus frecuentes excesos verbales, acusó a May de estar poniendo un «chaleco suicida» en torno al Reino Unido, dejando el detonador en manos de la Unión Europea. El plan de la primera ministra es «humillante» y ella misma ha caído en una relación «semimasoquista», con Bruselas, escribía.

«Sus palabras son uno de los momentos más asquerosos en la política moderna británica» afirmaba en un tuit el secretario de Estado para Europa, Alan Duncan. «Lo siento, pero ese es el final político de Boris Johnson. Si no lo es ahora, me aseguraré de que lo sea más tarde», añadió.

Otros dos destacados miembros del Partido Conservador, David Gauke y Nicky Morgan, afirman que no entrarán en un Gobierno de Johnson. Diez diputados conservadores más prometen dejar la formación si un día Johnson es primer ministro. Y hacia ese objetivo avanza.

Ayer, en su habitual columna en el Daily Telegraph presentaba lo que parecía un borrador del programa para la candidatura al líderazgo tory. Johnson descarta subir los impuestos para permitir así tomar impulso a la economía después del brexit, siguiendo el ejemplo del presidente de EEUU, Donald Trump.

«El momento ha llegado para este Gobierno conservador de mostrar cómo un Reino Unido después del brexit se traducirá en una economía feliz y dinámica». El Tesoro cree inevitable por el contrario una subida de impuestos para costear los 20.000 millones al año extra que necesita la sanidad pública.

La ofensiva de los defensores de una ruptura drástica con Europa pretende atizar las protestas de los militantes que acudirán a la conferencia del partido que arranca el 30 de septiembre en Birmingham. El objetivo es forzar a May a abandonar el plan de Chequers. Johnson no figura en el programa oficial de los tres días del evento, pero celebrará un encuentro al margen.