"Nosotros no descartamos ningún escenario que esté dentro de la Constitución y la Constitución prevé que esa es una posibilidad", dijo Leopoldo López sobre la hipótesis de una intervención militar de Estados Unidos para resolver el conflicto político venezolano. Las declaraciones se propagaron de inmediato por los medios opositores y en las redes sociales. Nada de eso se dijo en la televisión estatal. En el mejor de los casos, se describe a López como un peón de Estados Unidos, pero nunca se le da la palabra. El programa 'Zurda Konducta' lo mostró en la noche del jueves como un lector de 'Mein Kampf', el libro programático de Adolf Hitler. En un país tan polarizado no puede suceder otra cosa: unos lo amplifican y otros lo callan. Lo notable de la crisis venezolana es que el líder de Voluntad Popular (VP), el mismo partido de Juan Guaidó, mantiene su locuacidad en la residencia del embajador español. "No podemos descartar ninguna herramienta de lucha porque la libertad es la condición para todo lo demás". López confía, no obstante, que antes de que suenen los cantos de guerra suceda algo que evite ese desenlace tan temido: una ruptura en el frente castrense que sostiene a Nicolás Maduro.

A su criterio, los tres incidentes militares de este año, el último de ellos calificado por el Gobierno de golpe de Estado, son indicios de que algo importante ocurrirá dentro de las instituciones armadas. Al menos por estas horas, López se ha erigido en los hechos como el principal referente del antimadurismo. "Es un cobarde que ha huido", dijo Tarek William Saab, el fiscal general designado por la Asamblea General Constituyente.

El jefe de VP no solo burló su arresto domiciliario y se presentó en las inmediaciones de un cuartel junto con Guaidó. Tampoco pudo ser detenido en la calle el 30 de abril ni cuando salió de la embajada chilena, su refugio temporal, para ir a la española. Sus facilidades solo pudieron ser explicadas como consecuencia de la complicidad de un sector del servicio de inteligencia (Sebin), objeto de una profunda depuración. Guaidó, a quien EEUU y otros 54 países han reconocido como "presidente encargado", tampoco parece sentir la zozobra de una inminente detención.

A LA SEGUNDA LÍNEA DEL ANTIMADURISMO

Bajo esas extraordinarias circunstancias de la disputa política, el Estado apunta a la segunda línea del antimadurismo. El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) emitió una orden de enjuiciamiento contra el diputado y primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, Edgar Zambrano. "Quieren demostrar un poder que ya no ejercen. Por eso la persecución va a seguir. Pero aquí estoy", dijo este viernes durante una rueda de prensa.

La oposición volverá este fin de semana a reeditar su llamamiento a los militares a ampararse en la indulgencia parlamentaria. Guaidó convocó a la población a acercarse a los cuarteles y buscar "empatía" con sus ocupantes para "producir la transición que todos anhelamos". En la noche del jueves, Maduro se reunió con jóvenes a los cuales aseguró que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) "no es un puñado de golpistas". También amenazó con "cortar cabezas" a los "funcionarios públicos que no quieren escuchar al pueblo". Según Guaidó se ha "derrumbado el tabú" de la unidad monolítica entre Maduro y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FNBA). Lo que aletea, en cambio, es el fantasma de la intervención.