La inminente llegada del invierno ha puesto en alerta a las oenegés que trabajan con los refugiados retenidos en los hotspots (centros de recepción) de las islas del Egeo. La sobresaturación y la precariedad de estos centros, que en algunos casos casi triplica su capacidad, y las durísimas condiciones de vida que sufren allí miles de solicitantes de asilo han movilizado a estas organizaciones, que exigen al Gobierno griego su traslado al continente.

Una docena de oenegés, entre ellas Intermón Oxfam, Human Rights Watch y Amnistía Internacional, han iniciado una «cuenta atrás» reclamando al primer ministro griego, Alexis Tsipras, que transfiera a estos refugiados «inmediatamente» a centros más acondicionados en el continente, y que tome medidas concretas para que el 21 de diciembre ningún solicitante de asilo tenga que pasar frío en la intemperie.

Las inclemencias meteorológicas agravarán la ya difícil situación de los hotspots de Lesbos, Chíos, Samos, Kos y Leros, transformados en «lugares de confinamiento indefinido para los solicitantes de asilo», decía hace días Nicola Bay, director de Oxfam en Grecia. Miles de mujeres, hombres y niños viven allí en precarias tiendas de campaña. Desde que entró en vigor el acuerdo UE-Turquía sobre refugiados, en marzo del 2016, la situación se ha deteriorado hasta límites insospechados. Según el Gobierno griego, más de 15.000 refugiados están atrapados en estas islas, el doble de su capacidad de acogida. Entre ellos, más de 12.000 viven en hotspots, con acceso limitado a agua y servicios básicos.