La Unión Europea lleva 60 años construyéndose a trompicones. Pero, en general, y pese a los egoismos nacionales, los miedos y el euroescepticismo que nunca han abandonado el viejo continente, la sensación general es que el camino ha sido positivo. No ha vuelto a haber guerras, los europeos pueden circular sin trabas (casi siempre), ir a estudiar a otro país con más facilidad y utilizar la misma moneda cuando atraviesan una frontera.

SEIS DÉCADAS DE PAZ

Si hay un logro destacable es la paz. Winston Churchill, primer ministro de Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial, definió a la Europa de la posguerra como “un montón de escombros, un osario, un semillero de pestilencia y odio”. Es lo que se empeñaron en dejar atrás -guerras y un continente económicamente hundido- aquellos visionarios que alumbraron el embrión de laUE. Desde entonces el club ha pasado de 6 miembros -Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo- a 28 (pronto 27) y aunque las tensiones persisten nunca ha vuelto a ser protagonista de guerras internas. “El nivel de conflictividad entre los estados es más débil que nunca y eso es un gran éxito”, reflexiona Olivier Costa,director de estudios en el Colegio de Brujas.

EL BROCHE DEL EURO

El euro, pese a los críticos y detractores, es el logro más tangible. Empezó a circular el 1 de enero de 2002 y su creación surgió de otro de esos Tratados que han dejado huella en la historia comunitaria, el de Maastricht de 1992, que supuso la creación de la unión económica y monetaria y el salto político más importante dado hasta entonces. Hoy en día, 19 países de los 28 miembros -338 millones de ciudadanos- han dejado atrás sus monedas nacionales y comparten una unión monetaria que nació sin las herramientas necesarias para garantizar un control creíble.

SUCESIVAS AMPLIACIONES

Cada ampliación europea ha implicado cambios, tanto políticos como económicos, pero una muy especialmente, cuando la UE pasó prácticamente de golpe de 15 a 25 miembros. “Un gran éxito político”, a juicio de Karel Lannoo, director ejecutivo del 'think tank' CEPS, porque ayudó a impulsar el desarrollo económico y a dar estabilidad a países del Este con una cultura política distinta. Un salto político en el que se cometieron “errores”, sostiene Yves Bertoncini, director del Instituto Jacques Delors, pero necesario aunque haya tenido un coste en términos de eficacia institucional.

EUROPA SIN FRONTERAS

Aunque cuestionado en los últimos años, el espacio de libre circulación de Schengen ha ayudado a derribar fronteras. Nació de un pacto entre 5 de los 6 países fundadores en 1985 que se fue ampliando posteriormente hasta implicar a 26 países, 22 de la UE -salvo Bulgaria, Rumanía, Reino Unido, Irlanda, Croacia y Chipre-, cuyos ciudadanos pueden circular libremente (como norma general) sin tener que mostrar la documentacion en las fronteras internas.

CONSUMIDORES, POLÍTICA AGRÍCOLA Y COHESIÓN

Normas de protección del medio ambiente, de consumo energético, más seguridad y control sobre los alimentos, un programaErasmus que permite estudiar en otros Estados miembros... En 60 años, se han sentado las bases de un estado de bienestar que pocos países en el mundo tienen, incluida una política agrícola común y otra de cohesión que han ayudado a mantener el desarrollo de muchas regiones. “Pese a los excesos y derivas han sido útiles” y “si la PAC no existiera la agricultura europea habría sido destruida”, opina Bertoncini.