La votación del acuerdo del brexit pasará a la historia como la mayor derrota infligida por la Cámara de los Comunes a un gobierno en el Reino Unido. El plan presentado por Theresa May, ratificado los Veintisiete de la Unión Europea, fue rechazado por 432 votos en contra frente a 202 a favor. El margen de la derrota fue de 230 votos. Un castigo que superó las expectativas, propinado en buena medida por los propios diputados conservadores. En total, 118 de ellos votaron contra su líder y primera ministra, en una muestra de desunión e indisciplina de una escala sin precedentes en el Parlamento de Westminster.

May logró lo imposible. Consiguió aunar contra su plan a conservadores y oposición, a partidarios radicales de la salida de la UE y decididos entusiastas de la permanencia, a los que abogan por una salida sin acuerdo y los que piden un segundo referéndum. Un fracaso colosal, tras casi dos años de negociaciones y a poco más de 10 semanas de la salida oficial del Reino Unido, prevista para el 29 de marzo.

MOCIÓN DE NO CONFIANZA / Inmediatamente después del resultado, la primera ministra invitó al líder de la oposición a proponer una moción de no confianza (o de censura) al Gobierno. El jefe de los laboristas, Jeremy Corbyn, que barajaba la posibilidad desde hacía tiempo, la presentó inmediatamente. «Esta es una derrota catastrófica. La Cámara ha expresado su veredicto sobre el acuerdo. Los retrasos y el negar la realidad se ha acabado», señaló Corbyn. El debate tendrá lugar hoy y se votará a última hora de la tarde, pero May tiene posibilidades de superar la prueba, después de que los conservadores del European Research Group, los mismos que presentaron la moción contra ella recientemente, al igual que los unionistas, confirmarán que la respaldarán.

La votación dejó claro el rechazo sin paliativos al acuerdo de May, pero no resuelve en absoluto el futuro del brexit. Si, como parece, sobrevive a la moción, May se propone celebrar consultas con parlamentarios de todos los partidos «para identificar lo que es necesario hacer para lograr el respaldo de la Cámara», según dijo. «El acuerdo está muerto», declaró Boris Johnson. «La derrota da a May un mandato masivo para volver a Bruselas y renegociar».

El exministro de Exteriores y el cabecilla más popular de los brexiteers insistió en que la opción de una salida sin acuerdo no estaba «en absoluto» fuera de cuestión. «No solo debemos conservar las partes buenas del acuerdo (de May) y librarnos de la salvaguarda (de Irlanda del Norte), también debemos prepararnos activamente para una salida sin acuerdo con incluso más entusiasmo». La líder del Partido Unionista Democrático, Arlene Foster, también cree que la derrota da a May más poder para pedir cambios a la UE.

UNA DECISIÓN QUE MARCA / La primera ministra trató hasta el final de convencer a los diputados y limitar daños. En el discurso final, con el que cerró el debate antes de la votación, les recordó la transcendencia de su decisión. «Este es el voto más significativo en el que cualquiera de nosotros vamos a tomar parte en nuestras carreras políticas. Después de todo el debate, todos los desacuerdos, toda la división, ha llegado el momento para todos nosotros de tomar una decisión. Una decisión que va a marcar nuestro país en las próximas décadas».

Pero la intervención de los diputados tories puso en evidencia hasta qué punto el partido está dividido y enfrentado. La exministra conservadora de Educación, Justine Greening, pidió una ampliación del calendario de salida y defendió la opción de un segundo referéndum, al igual que su colega Anna Soubry. El exministro para el brexit, Dominic Raab, partidario de una salida dura, explicó que supondría ceder control de su soberanía y podía colocar a la «democracia al borde del abismo». El tory brexiteer Julian Lewis apenas necesitó 20 segundos para dejar clara su postura: «Brexit significa brexit. Es mejor que no haya acuerdo a un mal acuerdo».