«Ya es suficiente». Con estas palabras el canciller austríaco Sebastian Kurz ha certificado la defunción de su Gobierno y ha anunciado la convocatoria de elecciones anticipadas «lo antes posible». Tras horas de espera y presión en las calles, el líder conservador ha respondido así al terremoto político originado tras hacerse público la noche del viernes un vídeo en el que el vicecanciller y líder del ultraderechista Partido por la Libertad (FPÖ), Heinz-Christian Strache, negocia con la supuesta nieta de un oligarca ruso cercano a Vladímir Putin sobre cómo invertir millones de euros de origen desconocido en su campaña electoral a cambio de favores políticos.

El escándalo ha sacudido la cúpula de la formación de extrema derecha. En una comparecencia ante los medios de comunicación donde no ha aceptado preguntas, Strache ha anunciado su dimisión de todos sus cargos, tanto en su posición en el Ejecutivo como en su liderazgo en el FPÖ, que asumirá temporalmente Norbert Hofer, actual ministro de Industria. Strache también ha pedido disculpas al canciller Kurz por difundir «rumores sucios» sobre él y a su mujer por un «comportamiento machista» en lo que ha considerado un «asunto de borrachos», descartando así su implicación en casos de corrupción.

Pasado neonazi / El vídeo muestra el encuentro de Strache, de pasado neonazi, y Johann Gudenus, miembro de la ejecutiva del FPÖ, con varias mujeres en una lujosa villa de Ibiza durante la noche del 24 de julio del 2017. Una de esas mujeres se presenta como Alyona Makarova, quien quiere realizar una donación al partido xenófobo. En Austria las donaciones extranjeras están prohibidas y se debe informar de las nacionales. Para «eludir el Tribunal de Cuentas», Strache le pide no hacer la donación al FPÖ sino a una asociación con la que se esquiva ese control y asegura que ese sistema ya ha recibido generosas donaciones de millonarios austríacos, entre ellas del fundador de la compañía de armas de fuego Glock.

Pero Makarova no es la nieta de ningún oligarca ruso, sino el anzuelo de una trampa. El encuentro está siendo grabado con una cámara oculta. Aunque en un principio duda, el vicecanciller termina picando y hablando de términos de corrupción con una mujer de 27 años a la que acaba de conocer. El FPÖ tiene una relación muy estrecha con el Kremlin.

Tras seis horas de reunión, las partes llegan a un acuerdo: ese dinero ruso de dudoso origen servirá para impulsar la campaña del FPÖ. La mujer le pide a cambio favores políticos y ventajas fiscales. Strache, quien en público se ha descrito como paladín contra la corrupción del establishment, repite que solo está abierto a negociar acuerdos legales pero aun así sigue discutiendo sobre la posibilidad de recompensarla con contratos públicos si accede al gobierno, promesas de «conexiones e influencia». Tres meses después Strache se convertiría en vicecanciller del país y Gudenus, quien también ha dimitido este sábado, en líder parlamentario del FPÖ.

Para más inri, la comprometedora información publicada ayer por los diarios alemanes Süddeutsche Zeitung y Der Spiegel también pilla a Strache hablando sobre cómo controlar los medios de comunicación. Makarova propone al líder de la extrema derecha adquirir la mitad de las acciones del Kronen Zeitung, un influyente tabloide austríaco, para convertirlo en un instrumento de propaganda electoral. Eso parece entusiasmar a Strache, quien piensa en Heinrich Pecina, el hombre que ayudó a terminar con la libertad de prensa en Hungría, para el trabajo. «Queremos construir un paisaje mediático como lo hizo Viktor Orbán», asegura sobre el presidente húngaro.