Como era previsible, la pandemia ha marcado la cumbre virtual de líderes del G-20 que este domingo se clausuró en Riad, la capital de Arabia Saudí, país que ha ostentado este año la presidencia del grupo de las 20 economías más importantes del planeta. Durante todo el fin de semana, se sucedieron las llamadas a no olvidar a los países más pobres en la fase de la salida de la crisis sanitaria, cuando las vacunas sean ya una realidad, y esta inquietud se reflejó en la declaración final del cónclave, en la que los firmantes se comprometen a "abordar las necesidades de financiación global restantes". El tiempo dirá si, como dejó entrever la cancillera alemana, Angela Merkel, es una mera declaración de intenciones.

Tras la reunión extraordinaria que el G-20 mantuvo en marzo, se puso en marcha la iniciativa COVAX, un mecanismo a través del cual los países con ingresos medios y altos pueden financiar a los más pobres para que tengan acceso a medicamentos, pruebas diagnósticas y vacunas contra el coronavirus. A esta herramienta todavía le faltan unos 23.600 millones de euros en financiación, de los que 3.500 millones se necesitan antes de final de año, unas cifras que no menciona la declaración final.

Muy crítica en esta cuestión se mostró Merkel, quien aseguró estar "preocupada porque todavía no se ha hecho nada" para asegurar la vacunación en los países pobres. Organizaciones no gubernamentales como Oxfam denunciaron la "brecha total entre los llamamientos para convertir las vacunas en un bien público y la carrera por las vacunas que están alentando".

DEUDA APLAZADA HASTA JUNIO

En el plano económico, el G-20 ratificó la decisión previa de los ministros de Economía de extender hasta junio del 2021 la congelación de la deuda para permitir un respiro a los países con mayores dificultades, desoyendo el llamamiento realizado por la ONU para prorrogar este plazo hasta finales del año próximo. Esta decisión se topó con las enmiendas de México y Argentina durante los debates. El mexicano Andrés Manuel López Obrador advirtió de que la deuda "se va a convertir en otra amenaza para la estabilidad económica y el bienestar social" y pidió hacer realidad el compromiso de condonar parte de la deuda a los países pobres. Y el argentino Alberto Fernández, que está negociando con el Fondo Monetario Internacional su deuda, pidió el apoyo del G-20 tras el "enorme esfuerzo fiscal" de su país.

Por primera vez desde que Trump llegó a la presidencia de EEUU, el G-20 logró pactar un párrafo sobre el cambio climático y los retos medioambientales, según destacó la UE en un comunicado. No obstante, el párrafo en cuestión hace mención expresa a los "firmantes" del Acuerdo de París, cosa que excluye a Washington, cuya retirada efectiva del citado acuerdo se hizo efectiva la medianoche del 4 de noviembre.

TRUMP CARGA CONTRA EL ACUERDO

De hecho, Trump aprovechó su última intervención en la cumbre para condenar el pacto sobre el clima. "El Acuerdo de París no fue diseñado para salvar el medio ambiente. Fue diseñado para matar la economía estadounidense (...) Me niego a entregar millones de empleos estadounidenses y a enviar billones de dólares estadounidenses a los peores contaminadores y transgresores ambientales del mundo y eso es lo que hubiera sucedido", añadió, rescatando su denuncia de que el pacto no es tan estricto con países contaminantes como China y la India.

Unas palabras que entroncan con la actitud desplegada por el estadounidense en las cumbres internacionales de los últimos años. Trump ha aprovechado esos foros para exponer sus agravios, atacar a sus aliados y sembrar la desconfianza hacia la cooperación multilateral. Se vio en el G-20 del año pasado en Osaka, cuando puso en duda el acuerdo de defensa mutuo con sus anfitriones japoneses, se enfrentó a la India por los aranceles y volvió a mofarse de las contribuciones alemanas a la OTAN, describiendo a la locomotora europea como "un gorrón en materia de seguridad". Todo ello mientras callaba respecto a las políticas de China, Rusia o Arabia Saudí, un país que ha tratado con esta cumbre de lavar sus abusos sistemáticos hacia los derechos humanos.

El mundo está ansioso por reencontrarse con Joe Biden y dejar atrás la hostilidad de su predecesor hacia la diplomacia multilateral, más necesaria que nunca en esta época de solapadas crisis globales. "Cuando el mundo necesitaba liderazgo (para combatir el covid-19) no encontró nada", dijo veladamente estos días el ministro saudí de Inversión, Khalid al-Falih. La cumbre virtual de Riad podría haber servido para despedir definitivamente a Trump de los foros internacionales, pero el estadounidense no dio ninguna señal de que se disponga a abandonar el poder en menos de dos meses.

"Ha sido un gran honor trabajar con ustedes y estoy impaciente por seguir trabajando a su lado durante mucho tiempo", dijo el sábado al resto de líderes, antes de que abandonar la reunión para irse a jugar al golf, según el audio obtenido por 'The Observer'.