Si hay algún rincón del mundo habituado a lidiar con epidemias, no solo las generadas por virus sino también las relacionadas con las hambrunas, las sequías o las guerras, es África. Para muchos países del continente, el covid-19 no es más que una tragedia más con la que convivir. El sistema sanitario africano ha ganado experiencia a lo largo de los años por los sucesivos combates librados contra enfermedades como el ébola, el sarampión o la malaria, y ahora el coronavirus, pero se encuentra exhausto y sufre de falta de recursos.

La pandemia se ha ido extendido hasta ahora de forma lenta y gradual en África, si lo comparamos con Europa, Estados Unidos y América Latina, lo que no deja de sorprender por el hacinamiento que sufren las grandes ciudades. «La acción rápida y temprana emprendida por los países africanos ha ayudado a mantener las cifras bajas», dice la directora para África de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Matshidiso Moeti. La agencia sanitaria internacional, sin embargo, advierte de que la enfermedad ha empezado a expandirse por el territorio, ahora sí, rápidamente, coincidiendo con medidas de desescalada, y los expertos apuntan a que el continente puede llegar a convertirse en el epicentro de la pandemia.

El número de infectados confirmados en África se acerca a los 270.000 casos, mientras que el número de fallecidos supera los 7.200, casi la mitad se concentran en Sudáfrica y Egipto, los países más afectados por los efectos del coronavirus.