El candidato de la derecha, François Fillon, ya tiene la imagen que buscaba: la del saludo con el rival al que derrotó en las primarias, Alain Juppé, con quien no se había visto desde el 25 de enero, cuando ambos almorzaron juntos en el restaurante La Tupina, templo gastronómico de Burdeos. Después de ese día, Juppé hizo un análisis demoledor de la campaña de Fillon, denunció la radicalización de los militantes del partido Los Republicanos y se retiró. Hasta este miércoles,cuando ha reaparecido acompañando al aspirante conservador al Elíseo en una visita a una empresa de descargas musicales en París.

El de Juppé ha sido un apoyo sobrio y discreto, tanto como el que le ha brindado el expresidente Nicolas Sarkozy, quien en un vídeo publicado el martes en las redes sociales llamó a los franceses a votar por Fillon “en interés de Francia”. ‘C’est tout’. No habrá esta vez pues la esperada foto de familia que es tradición en la derecha en cada elección.

El apoyo de Juppé y Sarkozy ha llegado ‘in extremis’ para ofrecer una imagen de unidad exprés en este tramo final de la campaña, en la que Fillon conserva el aliento, ante un resultado impredecible. El candidato ha devuelto la esperanza a una derecha que lo había dado todo por perdido, tras la imputación de Fillon por el desvío de fondos públicos y la revelación de los detalles de un tren de vida suntuoso que no casa bien con su discurso sobre la austeridad y el restablecimiento de la autoridad del candidato.

Fugas hacia Macron

Igual que divido que el partido están también los votantes conservadores. Su discurso muy escorado a la derecha expulsa también a los más moderados a favor del candidato de En Marche, Emmanuel Macron, como constata la investigadora del instituto parisino Sciences Po, Nonna Mayer. Es el caso de Jean Luc, un joven de unos 30 años, para quien “Fillon ha perdido toda autoridad y credibilidad”.

Estamos en Burdeos, ciudad portuaria de la costa atlántica francesa, que tiene como alcalde a Juppé desde 1995 excepto los dos años entre 2004 y 2006 n los que fue inhabilitado por malversación de fondos públicos también. El dirigente tiene aquí gran peso personal y parte de sus seguidores están desmovilizados. Era el claro favorito de las primarias de la derecha pero perdió. En la plaza Pey-Berland, frente al majestuoso Ayuntamiento, un palacio del siglo XVIII, Caroline se declara una jupeísta que votará sin entusiasmo a Fillon.

No es el caso Novoa, una mujer de 65 años de origen gallego, residente en el acomodado barrio de Chartrons. Ella, al igual que toda su familia, ha votado siempre a la derecha y lo hará ahora por Fillon. No alberga ninguna duda. “Lo que ha hecho, lo de emplear a su familia, lo hacen todos”, dice. “Macron solo habla, habla y habla, y ¿qué hizo cuando estuvo como ministro de Economía? Aquí tiene el resultado, estamos fatal”. Si Fillon no pasa a segunda vuelta y sí lo hacen Marine Le Pen y Macron, esta mujer lo tiene claro: el 7 de mayo se quedará en casa.

El voto oculto

Con desparpajo, cuenta que tiene amigos que prefieren no decir que votan a Fillon. Y en eso es lo que confía precisamente el equipo de campaña del candidato, en la existencia de un voto oculto que aflorará el próximo domingo que y que se viene manifestando desde hace semanas en la movilización que registran los mítines del candidato y el seguimiento de la campaña en las redes sociales.

Jerome Fourquet, director del Departamento de Opinión del instituto de sondeos Ifop, prefiere hablar de “voto dilema” más que de voto oculto: “dilema entra una convicción de derechas y la incomodidad que produce votar a un candidato como Fillon”. Otros expertos hablan de “un voto útil” de la derecha.

Tras haber llegado al Elíseo como la gran esperanza del cambio, Hollande acaba sus días en la jefatura del Estado como el presidente más impopular de la V República. Y Fillon espera capitalizar el deseo de alternancia. Por eso multiplica sus ataques a Macron, a quien considera el heredero del presidente francés.“Emmanuel Hollande”, le ha bautizado.

El exprimer ministro apura los últimos días de campaña multiplicando sus apariciones públicas. Confía en dar una vuelta de tuerca más a una campaña en la que nada pasa como estaba previsto. Ganó contra pronóstico las primarias de la derecha y cuando el camino hacia el Elíseo le sonreía, su candidatura se hundió en cuestión de días. Hoy todavía respira. “No pido que me queráis, pido que me apoyéis porque va en interés de Francia”, dice .Y con ello, y con la moral y con la moral de un combatiente bregado en mil batallas, lo dice todo.

Un programa para ricos

François Fillon acude a las urnas con un programa muy conservador en lo social y liberal en lo económico, de clara inspiración thatcherista, que lo convierten en el candidato de los ricos. Así, propone drásticos recortes presupuestarios, el fin de las 35 horas semanales, el aumento de la edad de jubilación de los 62 a los 65 años y rebajas en las cotizaciones patronales. Sobre Europa, propone refundar la Unión Europea devolviendo mayor poder a los estados y en cuanto a imigración, su propuesta es limitar las reagrupaciones familiares y las prestaciones sociales para los inmigrantes.