Ni el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ni su secretario de Defensa, Mark Esper, han usado de momento la palabra “terrorismo” para hablar de la matanza perpetrada el viernes en una base aeronaval de Pensacola (Florida) pero con la "presunción de que fue un acto de terrorismo" funciona el FBI. Es la agencia federal la que investiga lo sucedido y ha identificado al autor como Mohammed Alshamrani, un militar saudí de 21 años que estaba en formación en Estados Unidos y mató a tres jóvenes soldados e hirió a otras ocho personas antes de ser abatido por la policía local.

Fuentes de esa investigación citadas anónimamente por medios estadounidenses aseguran que la víspera de la matanza Alshamrani enseñó en una cena vídeos de tiroteos. Se le ha vinculado también, aunque por ahora oficiosamente, a actividad en redes sociales en la que criticaba a EEUU por “crímenes contra los musulmanes y contra la humanidad” y citaba a Osama Bin Laden.

Aunque el FBI cree que Alshamrani actuó en solitario al menos otros seis saudís han sido detenidos e interrogados en la investigación, aún “activa y muy fluida". Uno o dos de ellos grabaron fuera de las instalaciones donde Alshamrani disparó a sus víctimas, algo a lo que no ha querido dar trascendencia Esper. “Hoy la gente saca su teléfono y graba todo y cualquier cosa que sucede”, ha dicho en Fox News.

UN PROGRAMA Y UNA RELACIÓN BAJO LA LUPA

El tiroteo en Pensacola, segundo en tres días en una instalación militar de EEUU tras otro el miércoles en Pearl Harbor, ha puesto el foco tanto en la seguridad de las bases como en el programa de formación de militares extranjeros que mantiene el Pentágono, en el que participan más de 5.000 estudiantes de 153 países, incluyendo más de 850 saudís. Esper ha anunciado este domingo que se revisarán ambos, reforzando el proceso de escrutinio de los estudiantes extranjeros, aunque ha defendido también mantener el programa. “Es muy importante poder traer estudiantes extranjeros aquí a entrenar con nosotros, a entender la cultura americana”, ha dicho. “Tenemos algo que potenciales adversarios como Rusia y China no tienen”.

Lo sucedido también intensifica el análisis de la benévola relación que la Administración Trump mantiene con Arabia Saudí, priorizando la alianza para frenar a Irán o para lucrativos negocios armamentísticos incluso ante episodios tan oscuros como el asesinato del periodista Jamal Khashoggi o dando formación y vendiendo armas a militares acusados de brutales acciones en la guerra de Yemen. El sábado Trump dijo que los saudís “están devastados” por lo sucedido en Pensacola y tras hablar con el rey Salman anunció que “contribuirá a ocuparse de las familias y seres queridos” de las víctimas de Al-Shamrani.