La Unión Europea (UE) se juega su futuro en las elecciones al Parlamento Europeo, que se celebrarán del 23 al 26 de mayo en los 28 estados miembros. El resultados de los comicios definirá la orientación política de la próxima Comisión Europea, la correlación de fuerzas en la Eurocámara, la legislación que se aprobará en los próximos cinco años y cómo se distribuirá próximo marco presupuesto comunitario 2021-2027.

La baja participación en las elecciones europeas, inferior al 43% en el 2014, facilita una sobrerrepresentación de las fuerzas ultraderechistas y euroescépticas. Los últimos sondeos indican que los diferentes partidos euroescépticos podrían llegar a sumar el 34% de los eurodiputados, aunque las proyecciones se ven distorsionadas por la atípica participación de un Reino Unido en proceso de abandonar la UE.

El malestar social, que sigue sin encontrar una respuesta satisfactoria a nivel nacional y europeo, favorece el voto de castigo a los partidos tradicionales gobernantes (populares, socialistas y liberales) y un voto de protesta a favor de la extrema derecha y de la izquierda alternativa (Verdes, Izquierda Unitaria).

VOTO EN CLAVE NACIONAL

La desigualdad, la precariedad y el empeoramiento de las expectativas serán centrales en el voto de los ciudadanos, según el reciente estudio del European Council on Foreign Relations y YouGov. El voto además se producirá en clave nacional, marcado por las problemáticas existentes en cada país. En Francia, por ejemplo, serán un test para el presidente francés, Emmanuel Macron, cuestionado por la revuelta de los 'chalecos amarillos' y las protestas sociales. El último sondeo Ipsos deja al partido de Macron en segunda posición con el 21,5% y en retroceso, superado por la ultraderechista Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen con el 22%.

El economista alemán Holger Schmieding recomendó a los gobiernos esta semana en 'Die Welt' "actuar preventivamente" con mayor inversión pública en infraestructuras y gasto social para reducir el malestar que alimenta el voto ultraderechista. La Defensora del Pueblo de la UE, Emily OReilly, también lamentó que la Comisión Europea "facilite munición" a los euroescépticos contra la UE con su nepotismo (caso Martin Selmayr), las violaciones éticas (caso José Manuel Barroso) y los conflictos de interés en los informes científicos relacionados con alimentos, transgénicos, pesticidas, medicamentos y productos químicos.

A nivel europeo, las elecciones indicarán la fuerza de la nueva alianza ultraderechista promovida por Matteo Salvini, vicepresidente del Gobierno italiano y líder de La Liga. Esta Alianza de Pueblos y Naciones suma de momento los partidos ultras de Italia, Francia, Alemania, Austria, Dinamarca, Finlandia y Estonia. No obstante, los ultraderechistas y euroescépticos seguirán siendo minoritarios en el Parlamento Europeo, aunque su avance electoral exigirá negociaciones más complejas para sumar las mayorías para aprobar la legislación en un hemiciclo más fragmentado.

LEGISLACIÓN

El Parlamento Europeo puede parecer lejano, pero la legislación que aprueba afecta a la vida cotidiana de todos los europeos. Del 2014 al 2019 ha aprobado, por ejemplo, los tratados de libre comercio con Canadá y Japón, el almacenamiento de los datos personales de los pasajeros aéreos, el fin del sobrecargo por usar el teléfono móvil en otro país de la UE, la reducción de las emisiones de gases de los nuevos automóviles, la ampliación de los fondos para el programa empleo juvenil europeo, la mejora de la protección de los datos personales acumulados por las compañías, la restricción al uso de las bolsas de plástico y la protección de los agricultores contra los abusos de las compañías agroalimentarias y de distribución.

El próximo Parlamento Europeo debe aprobar en julio por mayoría absoluta el nuevo presidente de la Comisión Europea propuesto por los líderes nacionales. Dada la fragmentación y el fuerte retroceso de populares y socialistas será necesario el respaldo de al menos tres grupos parlamentarios para sumar esa mayoría. El presidente de la Comisión Europea es capital, porque es quien fija la orientación política del Ejecutivo comunitario y quien distribuye las carteras entre los diferentes comisarios propuestos por los gobiernos nacionales. Por ello, el voto en las elecciones es crucial para decidir cuál será la orientación política de la Comisión Europea, la legislación que propondrá y la que finalmente será aprobada por la Eurocámara.

Las declaraciones de rechazo a la ultraderecha de los candidatos de los tres grandes partidos europeos -Manfred Weber (populares), Frans Timmermans (socialistas) y Margrethe Vestager (liberales)- chocan con las prácticas nacionales de sus partidos afiliados. Los populares mantienen a la extrema derecha en su seno (Fidesz de Hungría) y gobiernan con ella o su respaldo en Andalucía (Vox), Austria (Partido de la Libertad) y Bulgaria (Patriotas Unidos). Los liberales gobierna en Estonia con el ultraderechista EKRE, gobiernan en Dinamarca (junto a los populares) gracias al respaldo del ultra Partido Popular Danés (DF) y han gobernado con los ultras en Finlandia. Los socialistas también gobiernan en Eslovaquia con el ultra Partido Nacional Eslovaco (SNS).