Los diplomáticos estadounidenses en Ucrania no solo presionaron al Gobierno de Volodímir Zelensky para que investigara a uno de los principales rivales políticos de Donald Trump sino que condicionaron la visita del presidente ucraniano a Washington a la puesta en marcha de las pesquisas. Así se desprende de los mensajes de texto entregados el jueves al Congreso por Kurt Volker, el enviado especial al país eslavo del Departamento de Estado, quien dimitió la semana pasada tras aparecer mencionado en la denuncia anónima que sentó las bases para la investigación de impeachment contra el presidente de EEUU. Los mensajes entre sus diplomáticos y los asesores de Zelinsky cuestionan seriamente las afirmaciones de Trump, que mantiene que no coaccionó al Ejecutivo de Ucrania.

«No hubo quid pro quo», repitió el presidente para defender sus gestiones en Ucrania. «Esto no tiene nada que ver con la política o con una campaña contra los Biden, sino con la corrupción», añadió. Trump sostiene que el candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, presionó en el 2016 a las autoridades ucranianas para que despidieran al entonces fiscal general, Viktor Shokin, y frenar la supuesta investigación que habría abierto contra Burisma Holdings, la empresa gasística que contrató un año a su hijo Hunter para integrarse en su junta directiva.

Esas presiones están ampliamente documentadas, pero los motivos no encajan con la narrativa del presidente. Por entonces, Shokin no estaba investigando a Burisma y fue precisamente su debilidad en el combate contra la corrupción la que llevó al entonces vicepresidente Biden a pedir su cabeza, una opinión que compartían la Unión Europea y el FMI. Entre medio del tira y afloja, Trump bloqueó temporalmente las ayudas militares a Ucrania, casi 400 millones de dólares.