Pionyang y Seúl encadenan carantoñas mientras el presidente de EEUU, Donald Trump, hace el papel de amante despechado. Los dos gobiernos coreanos pueden comunicarse desde las tres de la tarde (hora local) de ayer sin megáfonos ni prensa tras la reapertura de la línea telefónica directa. «Es muy importante porque supone un paso adelante que seamos capaces de hablar cuando queramos», juzga Seúl.

Su reactivación es relevante no sólo por la voluntad de diálogo que encierra tras meses de oídos sordos y amenazas de destrucción masiva. La casuística en la península ha generado símbolos para interpretar el momento. Esa línea directa y el complejo industrial mixto de Kaesong funcionan como canarios de trinchera: caen con las primeras asperezas. La línea ha conectado desde 1971 a dos países que no se reconocen ni intercambian embajadas y que siguen en estado teórico de guerra.

Corea del Norte volvió a abandonarla en el 2016 como represalia al cierre de Kaesong ordenado por Seúl. No desmanteló físicamente esa línea establecida en la aldea fronteriza de Panmunjom sino que se limitó a ignorar las dos llamadas diarias desde el sur. Los altos mandos de Seúl hubieron de comunicarse con sus homólogos del norte con megáfonos después de que un soldado desertara a través de la frontera en noviembre y su última propuesta de conversaciones llegó con un comunicado leído en rueda de prensa.

La península experimenta un infrecuente clima de distensión desde el discurso de Año Nuevo de Kim Jong-un. El líder señaló los Juegos Olímpicos que organizará Corea del Sur en febrero como la oportunidad para aceitar el diálogo, Seúl ofreció ayer una reunión oficial para la próxima semana y Pionyang atiende el teléfono desde ayer. Ri Son-gwon, responsable de Pionyang para asuntos coreanos, aclaró que la decisión llega directamente de Kim Jong-un.

Es recomendable un optimismo muy mesurado por la acreditada facilidad con la que se tuercen las cosas en la península pero es indudable el cambio de dinámica. China ha aplaudido el tono conciliador y los «esfuerzos honestos» de ambas partes.

Las relaciones actuales se explican por el renovado reparto desde que la línea directa se apagara dos años atrás. Moon Jae-in, terco defensor del acercamiento a Corea del Norte, ha relevado a Park Geun-hye, alineada con la línea dura. Y las exquisitas formas de Obama han sido arrasadas por la vulgaridad arrabalera de Trump.

El botón nuclear

Trump alardeó el martes de que su botón nuclear es más grande, más potente y funciona mejor que el de Kim Jong-un. Esas groseras metáforas sexuales son muy celebradas en un bar de carretera pero tienen una eficacia diplomática dudosa y sólo revelan su aturdimiento ante la jugada de Kim Jong-un. El conflicto eterno beneficia la estrategia estadounidense de vender sus armas a Seúl y Tokyo para mitigar su desequilibrio comercial. Trump pretende el aislamiento absoluto de Pionyang e impone el fin de su programa nuclear antes de negociar.