Ya hay fecha para la primera reunión entre dos presidentes en activo de Estados Unidos y Corea del Norte, una cita sin precedentes. Donald Trump anunció a través de las redes sociales que se reunirá con Kim Jong-un el 12 de junio en Singapur. «Ambos trataremos de convertirlo en un momento muy especial para la paz mundial», escribió el líder estadounidense en Twitter. El anuncio llegó solo unas horas después de que Trump fuera a recibir en la base de Andrews a los tres ciudadanos estadounidenses liberados por Corea del Norte tras pasar más de un año encarcelados en ese país. La liberación se ha vendido como un gesto de buena voluntad por parte del régimen de Kim para allanar el terreno de cara a la histórica reunión.

Estos últimos acontecimientos son un signo del progreso de las gestiones diplomáticas para desatascar el conflicto coreano, uno de los últimos legados de la guerra fría. En las conversaciones a varias bandas participan también China, Corea del Sur y Japón, todos ellos partidarios de buscar una salida dialogada al contencioso nuclear, que ha puesto en varias ocasiones al mundo al borde de la guerra. La tensión comenzó a amainar tras los últimos Juegos Olímpicos de invierno celebrados en Corea del Sur, cuando los atletas de las dos Coreas desfilaron juntos bajo una misma bandera. Desde entonces todo ha ido muy rápido. A principios de marzo, Trump aceptó la invitación de Kim y hace poco más de dos semanas el dictador norcoreano rompió otro tabú al ser el primer líder de su estirpe en poner el pie en Corea del Sur.

Kim ha asegurado que está dispuesto a renunciar a su arsenal nuclear si cesan las «amenazas políticas y de seguridad» contra su país, según dijo esta semana al reunirse en Pekín con el presidente chino, Xi Jinping. No es la primera vez que su régimen hace una oferta similar mientras toma forma la distensión entre ambos bloques, periodos que Pionyang aprovechó para extraer astutamente concesiones de Occidente. Washington ya no tiene armas nucleares en Corea del Sur, retiradas por la Administración de Bush padre en 1992, pero mantiene a casi 30.000 soldados desplegados en el país.

En cualquier caso, Trump parece muy esperanzado. Ya no amenaza con destruir Corea del Norte ni se refiere a su líder como Pequeño Hombre Cohete. Ahora habla de su «honorabilidad» e incluso ha dicho que a los tres prisioneros se les «trató muy bien». «Es estupendo que haya liberado a estos tres hombres. Es algo muy grande, muy importante para mí, realmente pienso que tenemos muchas posibilidades de hacer algo muy importante», dijo tras recibir a sus tres compatriotas en la base de Andrews en una ceremonia preparada expresamente para las cámaras.

Los tres ciudadanos estadounidenses fueron encarcelados por supuestas «actividades hostiles» contra Corea del Norte. Uno de ellos, Kim Dong-chul, vivía en China y trabajaba en una zona económica especial situada cerca de la frontera de ambos países cuando fue detenido a finales del 2015. Los otros dos, Tony Kim, un contable, y Kim Hak-song, consultor agrícola, trabajaban en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Pionyang hasta que fueron arrestados.