Que los diputados y ministros pidan la dimisión de su líder, justo la víspera de unas elecciones, es algo que en política no suele ocurrir. Pero eso fue exactamente lo que pasó ayer en el Reino Unido, con incontables conservadores en rebelión abierta, reclamando la marcha inmediata de la primera ministra, Theresa May.

Los británicos participan hoy en las elecciones europeas con una primera ministra que ha llegado al final de su mandato y cuya resistencia a dejar el cargo se ha transformado en un escándalo. La última crisis estalló al incluir May en el acuerdo remodelado del brexit la posibilidad de dejar en manos de los diputados la opción de celebrar un referéndum sobre lo negociado con la Unión Europea y el futuro de la unión aduanera.

Ambas concesiones han enfurecido a los conservadores, muchos de los cuales han jurado oponerse al proyecto de ley en la cuarta votación prevista en principio para el 7 de junio, que muy posiblemente nunca llegue a realizarse. La turbulenta jornada concluyó con la dimisión de la líder de la Cámara de los Comunes, Andrea Leadson, sin descartarse que otros miembros del Gobierno puedan seguir su ejemplo.

En un día febril, plagado de rumores y tensión, el poderoso Comité 1922, integrado por diputados conservadores euroescépticos, se reunió para decidir si suspendían temporalmente la normativa interna del Partido Conservador y presentaban un voto de censura contra la primera ministra para obligarla a marcharse.

UN AÑO DE ESPERA / El Comité ya presentó ese voto de confianza contra May en diciembre y lo perdió. Según la reglamentación en vigor, no pueden volver a hacerlo hasta que pase un año. La cita acabó sin conclusión alguna.

Si se confirmó en cambio que el presidente del Comité, Graham Brady, se reunirá con May este viernes para hablar de su futuro. Se espera que ahí se fije un calendario para la salida de la primera ministra. En principio ese proceso debía haberse celebrado, según lo acordado, después de la votación del acuerdo del brexit, a principios de junio.

La situación es, sin embargo, insostenible y los conservadores quieren un nuevo líder. Varios miembros del Gobierno afirman desde el anonimato que May no sobrevivirá más allá del lunes. Otros, aún leales, intentan persuadirla de que presente la dimisión. Pero May se negó a recibir a dos importantes miembros de su Gabinete, el ministro de Interior, Sajid Javid, y el de Exteriores, Jeremy Hunt.

NUEVA LEY / A primera hora de la tarde, durante dos horas May pidió a los diputados en la Cámara de los Comunes que respaldaran la «nueva y mejorada» Ley del Acuerdo de Retirada (WAB) que había presentado el día anterior. El rechazo ya entonces fue inmediato, entre las fuerzas de oposición y entre los conservadores. Más de una treintena de tories que en la tercera votación apoyaron el acuerdo dejaron claro que ahora lo harían en contra.

Pero May, sin embargo, no se dio por enterada, insistió en seguir adelante y en un intento desesperado, pidió ayuda a Jeremy Corbyn. En un carta dirigida al líder laborista, le rogaba que apoyara el acuerdo. «Yo he demostrado que estoy dispuesta a un compromiso, para cumplir con el brexit . Le pido que también se comprometa, para que podamos cumplir lo que nuestros dos partidos prometieron en sus programas electorales». Pero Corbyn, que ya había rechazado la noche anterior las concesiones anunciadas por May, volvió a hacerlo en los Comunes. «El Gobierno es demasiado débil, demasiado dividido para sacar este país del caos que ha creado». Corbyn acusó a May de haber estado durante tres años «dedicada solo a mantener unido a su partido y no ha funcionado. Su tiempo se ha terminado». Los conservadores esperan resultados catastróficos en las elecciones europeas. Un último sondeo electoral de YouGov publicado el miércoles apenas les da un 7% de votos y les coloca en quinta posición, aniquilados a manos del Partido del Brexit, de Nigel Farage.