Un cúmulo de decepciones ha llevado al titular francés de Transición ecológica y solidaria, Nicolas Hulot, a abandonar el Gobierno. Con esa dimisión -anunciada ayer por sorpresa en la radio, sin prevenir ni siquiera a Emmanuel Macron-, el presidente pierde al ministro más popular del Ejecutivo y la cara visible de una política medioambiental que ahora queda en entredicho.

La salida de Hulot revela el contraste entre las promesas de Macron para luchar contra el cambio climático y la política real del Ejecutivo. Las asociaciones ecologistas denunciaron que el presidente no ha hecho de este asunto la prioridad de su mandato y que no parece dispuesto a cambiar el modelo económico. Mientras, la oposición de izquierdas ve en la renuncia del ministro una crisis política que interpretan como el primer síntoma de la descomposición del macronismo.

«No quiero mentirme más», dijo Hulot en la radio France Inter tras hacer un negro balance de los 15 meses que ha pasado al frente de un ministerio en el que ha tenido que tragarse muchos sapos y admitir su impotencia en numerosos frentes.

Se vio obligado a abandonar el calendario heredado de reducir a la mitad la componente nuclear del mix energético francés en el 2025, a pesar de que Macron prometió mantenerlo. Cedió también en la cuestión de los alteradores endocrinos presentes en productos cotidianos, permitiendo que Francia votara en Bruselas a favor de una regulación más favorable a la industria que al consumidor. Y tuvo que librar un duro pulso en el Consejo de Ministros para mantener cuatro años la prohibición de comercializar el glifosato, un pesticida considerado potencialmente cancerígeno por la OMS.

Su salida del Ejecutivo era un runrún permanente desde hace meses, aunque la gota que colmó el vaso fue la reunión con los responsables de las asociaciones de cazadores celebrada este lunes pasado en el Elíseo. En ese encuentro, Macron dio su visto bueno para rebajar de 400 a 200 euros el precio de los permisos de caza, pero fue sobre todo la presencia del lobista Thierry Coste, que no estaba anunciada, lo que provocó el malestar del ministro. «Es sintomático de la presencia de los lobistas en los círculos del poder. Es un problema de democracia. ¿Quién tiene el poder?», se preguntó Hulot tras subrayar que su decisión no obedece a una divergencia sobre la reforma del sector de la caza, sino a una «acumulación de decepciones». «Ya no creo», añadió. «No quiero crear la ilusión de que mi presencia en el Gobierno significa que estamos a la altura de los retos y por lo tanto tomo la decisión de dejar el Gobierno hoy», dijo en la emisora de radio con la voz entrecortada y al borde de las lágrimas. Aunque Macron no hizo de la defensa medioambiental un eje de su campaña, al llegar al Elíseo le dio relevancia con el nombramiento de Hulot y poco después se convirtió en abanderado de la causa cuando Donald Trump abandonó el Acuerdo del Clima de París.

RESPETO ANTE LA DECISIÓN / Tras conocer el anuncio, Macron dijo ayer que «respeta» la decisión y presumió de que el Gobierno ha hecho más por el medioambiente que sus predecesores en el mismo periodo de tiempo. Hulot no comparte este análisis y cree que se han dado pocos pasos para lograr los objetivos fijados. El ministro dimisionario no había comunicado su decisión ni a Macron ni al primer ministro, Édouard Philippe, sin duda para evitar que le disuadieran como en ocasiones anteriores. Su dimisión generó una cascada de reacciones.

Las asociaciones ecologistas locales saludaron la honestidad de Hulot y criticaron la falta de ambición de Macron. «Frente al gran peligro para el hombre, el Gobierno de Macron es problema y no solución», declaró el presidente de Greenpeace Francia, Jean François Julliard.