Las urnas confirmaron ayer en Ucrania lo que anticipaban los sondeos: la victoria aplastante de Volodímir Zelenski, el cómico que ha hecho de la lucha contra la corrupción el leitmotiv de su campaña electoral. Y este mensaje ha acabado convenciendo a la mayoría de los votantes, que prefieren como presidente a un hombre que presume de inexperto en política y de querer "romper el sistema" antes que la reelección de Petró Poroshenko, quien durante su mandato se ha demostrado incapaz de atajar con la corrupción y resolver el conflicto con Rusia. Para una sociedad descontenta, la continuidad del actual jefe de Estado no era una opción, y Zelenski ha exprimido esta decepción con más eslóganes que programa.

Ucrania se abre ahora a una nueva era marcada sobre todo por la incertidumbre. Porque más allá de su frontal oposición al 'viejo orden' que representaba Poroshenko poco más se sabe de las políticas que pretende implementar Zelenski. No deja de ser paradójico que una de las sombras en torno al hombre que representa el cambio en Ucrania sean sus vínculos con un oligarca, Ihor Kolomoiski, propietario de la cadena que emite el programa que le hizo famoso en su país. Entre las grandes dudas de su mandato figura, sin duda, el rumbo que adoptará el país respecto a Rusia, después de años de acercamiento a Europa. Muchas incógnitas que acabarán de resolverse el próximo otoño, cuando las elecciones legislativas definan el rumbo definitivo del país.