Casi seis décadas después del triunfo de la Revolución, la familia Castro dejará de gobernar Cuba. Este jueves se anunciará el nombre del sucesor de Raúl Castro al frente de la presidencia, un momento histórico para la pequeña nación caribeña que ha encarnado la utopía socialista para unos y la pesadilla autoritaria para otros. Será un relevo cocinado desde las instituciones cubanas, un cambio de nombres que podría implicar también un vuelco generacional más amplio, aunque hay pocas expectativas de que el rumbo de la última década raulista experimente cambios significativos. Todas las quinielas señalan al vicepresidente Miguel Díaz Canel, de 57 años, como el elegido. Ingeniero electrónico y funcionario de carrera, no viene del ejército y tampoco pertenece a la llamada generación histórica de los guerrilleros de la Sierra Maestra.

En un país que vive suspendido en el tiempo como una vieja reliquia, los últimos años no han estado exentos de cambio. Bajo el timón de Raúl Castro, comenzó la apertura del sector privado, donde trabajan ahora casi el 30% de los cubanos, y se renegoció la deuda externa. Se permitió a la población salir legalmente de la isla hasta por dos años sin perder los bienes o la residencia. Venezuela ocupó el espacio que antes había ocupado la Unión Soviética como benefactor de la isla. Se normalizaron las relaciones con Estados Unidos. Las modelos de Chanel desfilaron por La Habana. Los Rolling Stones tomaron el altar de la Plaza de la Revolución. Y el Comandante Fidel, que había sido el sumo sacerdote de la vida cubana, fue enterrado en Santiago de Cuba.

Parece, sin embargo, como si cada paso adelante hubiera tenido su paso atrás. Las estrecheces de una economía aún muy centralizada son el pan de cada día, a lo que ha contribuido la reducción a la mitad del petróleo venezolano por la crisis atroz que vive el país sudamericano. La llegada de Donald Trump al poder ha encallado el deshielo con Washington. Y las reformas para alentar la iniciativa privada se han ralentizado. “No hay reversión de las licencias otorgadas, pero sí una concesión más lenta”, dice el catedrático de la Universidad de Texas y ex asesor del Gobierno cubano, Arturo López Levy. “El cambio ideológico ya se hizo en el Sexto Congreso del Partido Comunista. Dejó de estigmatizarse la iniciativa privada, aunque se mantuvo la aversión a la concentración de la riqueza. Esa aversión, unida a la corrupción destapada, han lastrado las reformas”.

PARLAMENTO UNICAMERAL

Será la Asamblea Nacional, el parlamento unicameral cubano, la que elija al nuevo presidente. Una comisión integrada por los 605 diputados de la nueva Asamblea elegida en los recientes comicios elaborará y votará formalmente una propuesta que incluye al presidente, primer vicepresidente, cinco vicepresidentes y 23 miembros del Consejo de Estado, el máximo órgano dirigente de la Isla, según informa Efe. “Todo indica que se va a producir una transferencia generacional del poder, un paso importante en un sistema que no estaba acostumbrado a eso”, dice el profesor de la Universidad de Harvard, Jorge Domínguez, en una entrevista telefónica. Si no hay sorpresas, la generación que hizo la Revolución cederá parte del poder a la que creció dentro de ella.

“A corto plazo no se esperan grandes cambios, aunque debería abordarse pronto la reforma para acabar con la doble moneda, que es un desastre y uno de los motivos de queja de la población”, añade Domínguez. Todo indica que será Díaz-Canel el hombre que sustituya a Raúl Castro, que ha cumplido el límite fijado bajo su presidencia de 10 años máximos de mandato. El octogenario seguirá como primer secretario del Partido Comunista, lo que permitirá que su alargada sombra siga planeando sobre la vida cubana.

En cuanto a Díaz-Canel, que alcanzó la vicepresidencia en 2013 tras un ascenso gradual por todos los peldaños del poder cubano, la expectativa es que continúe por la senda reformista de Raúl en el terreno económico, sin que se esperen apenas cambios respecto a las libertades políticas. “En la prensa se le ha presentado a veces como un aperturista. Es tan exagerado como aquellos que le acusan de ser de la línea dura. Creo que se dispone a mantener los elementos fundamentales del régimen político”, dice el profesor Domínguez. Para López Levy, Díaz-Canel “es un modernizador dentro del sistema, pero no un demócrata liberal”.