Aeham Ahmad es un pianista y compositor sirio-palestino de 29 años, casado y padre de dos hijos, que se dio a conocer al mundo tras aparecer en youtube videos en los que se le ve tocar el piano en medio de las ruinas de Yarmuk, un campo de refugiados palestinos que data de finales de los años 50 situado junto a Damasco. La esquirla de una bomba le hirió la mano derecha en el 2015 y desde entonces ha dejado de interpretar a grandes compositores como Sergei Rachmaninoff. “Mi mano derecha ya no es tan ágil", afirma. Hijo de un violinista ciego, y símbolo de la resistencia a la barbarie de la guerra, Ahmad ha viajado a Barcelona desde Alemania, donde llegó como refugiado, para ofrecer una serie de conciertos organizados por la Associació Catalana per la Pau. Hoy actúa en La Bacanal a las 20.30 horas.

¿Por qué decidiste sacar el piano a la calle en medio de las bombas?

Por una cuestión emocional. El pianista necesita tocar el piano. Es una necesidad como lo es el beber agua. Necesitas practicar para después interpetrar en público. Yo lo tocaba en mi pequeña habitación, sin luz, en la más absoluta oscuridad. Era muy triste. Opté entonces por salir a la calle.

¿Cómo reaccionó la gente?

A pesar de que el piano estaba completamente desafinado, tocaba un mi y sonaba como un sol (se ríe), a la gente le gustaba. A principio interpreté piezas de Chopin o Mozart, pero en seguida me di cuenta de que no interesaban demasiado. Entonces empecé a preguntar a los niños que me explicaran sus historias. Ellos me dieron el contenido de las letras, sus vivencias. Componía e interpretaba sobre la marcha. En una guerra, donde no paran de caer bombas, no puedes hacer planes.

¿De qué hablan tus canciones?

En Oriente Próximo tenemos básicamente tres tipos de canciones: las que hablan de amor, las que hablan de humanidad y luego aquellas que destacan la figura del dictador de turno. Mis canciones son diferentes, hablan de nuestra situación, de nuestra realidad. Hablan de la gente de Yarmuk, palestinos hijos o nietos de los refugiados de finales de los años 50, como mi abuelo, y de la actual situación de guerra, sin agua, alimentos o electricidad. Hablan de la tragedia de la guerra.

Cuando el campo estuvo bajo el control del Estado Islámico, en el 2015, uno de los yihadistas te quemó el piano ¿Qué sentistes?

Sentí que estaba prendiendo fuego a toda Siria no solo a mi piano. Me acordé de Zeinab, la pequeña niña de 12 años de edad que cantaba y escuchaba como tocaba el piano y que un francotirador la mató en plena calle. Me di cuenta de que estaba poniendo en peligro la vida de mucha gente, a pesar de que la música no es algo que se pueda palpar, sino que es algo que aparece y desaparece en el aire, en la atmósfera. Pensé que debía de dejar de tocar el piano y concentrarme en cómo poner a mi familia a salvo.

Y salisteis dirección a Europa, ¿Cómo fue el viaje?

Fueron tres meses horribles. De Damasco llegamos a Homs donde nos detuvieron. Cuando nos dejaron en libertad decidimos que mi mujer y mis hijos regresara a Yarmuk mientras yo seguía camino. Pasé a Turquía, Grecia, los Balcanes. Ya sabes, como miles de refugiados.

¿Cuál fue tu primera impresión cuando llegaste a Alemania?

En lo único que pensaba era en cómo reunirme con mi mujer y mis hijos. No estaba dispuesto a tocar más el piano, ni hacer ningún concierto hasta tener conmigo a mi familia. Hubo mucha gente en Alemania que me ayudó para conseguirlo. Me reuní con ellos al cabo de un año. Hay gente que lo consigue después de tres o cuatro años, o no lo logran.

La UE se comprometió a acoger a 160.000 refugiados y de momento tan solo ha acogido al 25%. ¿Decepcionado?

Si claro que estoy decepcionado. No me gusta como ha actuado Europa, pero también hay que hablar de lo que han hecho los países árabes. ¿Cuántos refugiados han acogido los países ricos del Golfo, países como los Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí, por ejemplo? Ninguno.

La extrema derecha crece en Europa, y de manera especial en Alemania...

Y me preocupa mucho. Que suceda esto no solo es horrible para nosotros los refugiados, sino también para los propios alemanes. Al menos nosotros somos sirios y si la situación mejora tendremos la opción de regresar a nuestro país, pero los alemanes que sufren las consecuencias de la extrema derecha están en su país.

¿Visto lo visto, crees que chiís, sunís y kurdos podrán vivir juntos otros vez en Siria?

No creo que sea un problema de identidad, étnica o religiosa. El problema radica en los grandes países que apoyan a uno u otro de estos grupos. No queremos ni a los rusos ni a los americanos. No necesitamos tampoco que los turcos apoyen militarmente a otro grupo. Hemos vividos muchos años juntos sin problemas.

¿Tienes pensado regresar alguna dia a Siria o Palestina?

Yo no soy un hombre político. Soy un músico a quien le gusta tener libertad para expresarse. Eso para mí es muy importante. Oriente Próximo es un lugar donde no es nada fácil expresarse libremente. Claro que sueño con poder regresar algún día a Palestina. También es un gran sueño poder regresar al campo de Yarmuk, porque es parte de mi vida, es mi ciudad. Pero eso no es fácil. Si vuelvo, ¿voy a encontrar el Yarmuk de antes? Tenemos una guerra civil y el odio sigue creciendo.