El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha anunciado que están buscando información sobre tres miembros de su personal secuestrados en Siria hace más de cinco años, de los que se sabe que fueron retenidos por el grupo yihadista Estado Islámico en la provincia de Idlib. Los desaparecidos son la enfermera de Nueva Zelanda, Louisa Akavi y dos conductores sirios Alaa Rajab y Nabil Bakdounes. Cruz Roja ha roto el silencio que mantenía al respecto y pide ayuda para localizar y averiguar qué pasó con sus empleados.

Nueva Zelanda ha anunciado que sus fuerzas especiales han realizado misiones en Siria para buscar a la enfermera neozelandesa y ha explicado que la "última información creíble indica que Louisa estaba viva a fines de 2018".

El viceprimer ministro neozelandés, Winston Peters, ha dicho que el Gobierno había desplegado un equipo con sede en Irak que incluía personal de operaciones especiales "centrado en localizar e identificar oportunidades para recuperarla". Peters ha añadido que "lo que realmente sabemos es que Louisa ha estado trabajando como enfermera durante su secuestro" demostrando su dedicación y compromiso.

Akavi, ahora de 62 años, se unió al CICR en 1998 y ha trabajado como enfermera de la organización en varios países como Irak, Vietnam o Chechenia, siendo una de las empleadas más longevas en los 156 años de historia de la oenegé.

Los tres secuestrados viajaban en un convoy de la Cruz Roja el 13 de octubre de 2013 para entregar suministros a las instalaciones médicas de la localidad de Idlib, al noroeste de Siria, cuando fue detenido por hombres armados. Otras cuatro personas secuestradas con ellos fueron puestas en libertad al día siguiente. "Los últimos cinco años y medio han sido una pesadilla para las familias de nuestros tres colegas", ha dicho el Director de Operaciones del CICR, Dominik Stillhart.

LA ENFERMERA CONOCÍA LOS RIESGOS

Las fuerzas kurdas respaldadas por Estados Unidos proclamaron la captura del último territorio del Estado Islámico en Siria el mes pasado, liquidando el autoproclamado califato en Irak y Siria. Los funcionarios del CICR han declarado que Akavi podría haber sido llevada junto a unas 70.000 mujeres y niños que huyeron al campo de Al-Hol después de la caída del Estado Islámico, muchos de ellos simpatizantes yihadistas.

El presidente del CICR, Peter Maurer, planteó su caso durante una visita al campo en la que trató de investigar el paradero de Akavi mostrando una fotografía de la enfermera a los allí presentes. "Hacemos un llamamiento a cualquier persona que tenga información para que se presente. Si nuestros colegas aún están detenidos, pedimos su liberación inmediata e incondicional", ha dicho el CICR en un comunicado, en el que añaden que desconocen más detalles sobre el paradero de los dos conductores sirios.

El viceprimer ministro Peters ha agradecido a los medios de comunicación que hayan mantenido el silencio durante los más de cinco años. "En estas situaciones, la prioridad debe ser siempre la seguridad de los rehenes" ha dicho.

Tuaine Robati, un portavoz de la familia de Akavi, ha explicado que la enfermera era plenamente consciente de los riesgos en Siria. "Ella había vivido tiempos difíciles antes, pero continuó con su labor porque le apasionaba", ha relatado Robati.

Akavi, enfermera y experimentada trabajadora humanitaria conocía los riesgos de trabajar en un país en guerra como Siria. Según informa The New York Times, la Cruz Roja tiene razón para creer que la enfermera está viva, ya que al menos dos testigos han declarado haberla visto en una clínica de Soussa, uno de los principales bastiones del Estado Islámico, el pasado diciembre del 2018. Los testigos declararon que la vieron trabajando en los hospitales controlados por el grupo yihadista, lo que sugiere que ella no se encontraba confinada en una celda.