La situación de la minoría étnica de los rohinyas en Birmania sigue a la deriva. Miles de afectados han huído hacia la frontera con Bangladés. La ONU estima que casi 90.000 personas de esta minoría étnica ya la han cruzado desde que se desencadenó el brote de violencia el pasado 25 de agosto. Aquella noche, los militantes rohinyas atacaron diferentes puestos policiales en el estado de Rakhine, a lo que las fuerzas de seguridad del Estado han respondido con una contraofensiva que ha matado ya un centenar de personas y ha provocado el desplazamiento masivo de miembros de la comunidad musulmana hacia Bangladés.

Naciones Unidas ha denunciado el uso de la fuerza por parte de las autoridades birmanas en esta crisis, así como el bloqueo por parte de todas las agencias de la ONU que están intentando proporcionar alimentos, agua y medicinas en esta campaña militar. La oficina de la ONU que trabaja en el terreno ha sugerido que las autoridades birmanas están bloqueando la ayuda humanitaria puesto que han alegando la situación de seguridad que se vive en el país asiático y las visitas de miembros del Gobierno en el terreno para suspender los envíos de las oenegés y las agencias de cooperación.

La oenegé Fortify Rights ha recogido el testimonio de Abdul Rahman, de 41 años, superviviente de la represión en la aldea Chut Pyin. Rahman ha declarado que los soldados mataron a su hermano y lo quemaron junto a un grupo de cadáveres. "Mis dos sobrinos habían sido decapitados. Uno tenía seis años y el otro nueve años", ha detallado Rahman.

La organización también se ha sumado al reclamo del cese a la violencia contra la minoría musulmana rohinya y ha pedido a Bangladés que abra su frontera a los refugiados. "La situación es urgente. Se siguen cometiendo masivamente crímenes atroces. El Gobierno civil y los militares tienen que ejercer todo su poder para prevenir más ataques", ha afirmado el director ejecutivo de la organización, Matthew Smith.

REPRESIÓN SOSTENIDA EN EL TIEMPO

Las autoridades birmanas no reconocen la ciudadanía a los rohinyas, una minoría étnica musulmana que se concentra en el estado de Rakhine. Allí viven más de un millón de personas que ahora están siendo sometidas a una "operación de limpieza" para dar con los insurgentes. En esta línea, la premio nobel de la Paz, Malala Yusafzai, ha reclamado a la líder de facto de Birmania -que también es Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi-, que condene el "tratamiento trágico y vergonzoso de las fuerzas de seguridad del país contra los miembros de la minoría rohinya". Asimismo, ha reclamado que Birmania reconozca la ciudadanía a los rohinyas para acabar con este nuevo éxodo en el país.

Este desplazamiento masivo se produce nueve meses después de que al menos 70.000 rohinyas huyeran de la misma zona en medio de ataques indiscriminados del Ejército tras otro ataque de insurgentes de esa minoría, una campaña militar denunciada por la ONU junto con diferentes oenegés por la vulneración de los derechos humanos.