El sol de Cúcuta cocinaba ayer las cabezas de miles de personas apretujadas en la parte colombiana del puente Tienditas. El concierto Venezuela Aid Live se organizó para recaudar 100 millones de dólares destinados a los que más padecen el desastre económico. Más allá de los fines caritativos, puestos en duda por el madurismo, la música de varias estrellas de la canción hispanoamericana fue apenas el preludio de un día crucial. Hoy, la oposición y la alianza internacional que lidera Estados Unidos tratará de perforar los cordones militares fronterizos y entrar la ayuda humanitaria. No solo se busca apaciguar penurias sino marcar el comienzo del fin de Nicolás Maduro. «Se viene el nuevo orden institucional», presagió el presidente colombiano, Iván Duque.

Juan Guaidó, el presidente encargado cuya legitimidad fue reconocida por Washington y más de 50 países, no tiene dudas de que el horizonte de cambio es inexorable porque lo respalda la mayoría. Guaidó y su extensa comitiva intentaban anoche cruzar la frontera para encabezar en Cúcuta la caravana con alimentos y medicinas. Empezó a palparse la expectativa y la zozobra al mismo tiempo. Al menos un integrante de la comunidad Kumaracapai murió y otros 15 resultaron heridos durante un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad.

Los indígenas se habían volcado a favor de la apertura del canal humanitario en la zona limítrofe con Brasil. Después del incidente, Guaidó llamó nuevamente a los uniformados a «ser parte de una salida a la crisis sin violencia» y «dar un paso como el general Hugo Carvajal Barrios, el exjefe de espías de Hugo Chávez que el jueves decidió darle la espalda a Maduro. «Decidan de qué lado están en esta hora definitiva».

La mayoría de los asistentes al concierto Venezuela Aid Live no parecían tener dudas de que los tiempos se aceleraban aunque Maluma, sobre el escenario, propusiera: «Hagámoslo muy lento, mamacita». Miguel Bosé, en cambio, exigió rapidez. «Vete ya, Maduro». A la comisionada de Derechos Humanos de la ONU, la chilena Michelle Bachelet, le pidió que «mueva las nalgas» para rendirse a la evidencia de lo que sucede.

El foco internacional estaba en Cúcuta cuando había llegado al estado brasileño de Roraima el primer cargamento de alimentos. Maduro cerró la frontera. El vicepresidente de Brasil, Hamilton Mourão, dijo que el Gobierno de ultraderecha «jamás» entraría en una «confrontación bélica con Venezuela, a menos que nos ataquen». Mourão estimó no obstante que «el lado colombiano» es el «más complicado». El presidente chileno, Sebastián Piñera, llegó hasta Cúcuta para apoyar a Guaidó. «Maduro no es parte de la solución, es el problema».

Contraprogramación / En Caracas, el Gobierno anunció que había aceptado «asistencia técnica humanitaria» de la UE en materia sanitaria pero a través del sistema de las Naciones Unidas. Maduro organizó del otro lado del puente un contraconcierto bajo el lema Para la Guerra Nada. Pero el «presidente legítimo», como se llama para diferenciarse de Guaidó, estaba más pendiente de los gestos de los países que aún lo respaldan.

La portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, Maria Zajárova, dijo que Moscú tiene «información acerca de que empresas estadounidenses y sus aliados de la OTAN trabajan en la compra de grandes lotes de armas y munición en un país de Europa del Este para transferirlos a las fuerzas opositoras de Venezuela». Los acontecimientos, advirtió, «han llegado a un punto crítico». En el festival de la canción nadie tomaba en cuenta esos augurios. Las promesas de felicidad inminente eran más importantes.