Corea del Norte llama a las puertas de la Casa Blanca tras dos meses y medio de silencio. El misil lanzado en la madrugada, con capacidad teórica para alcanzar cualquier punto del territorio estadounidense, certifica el fracaso de la diplomacia conjunta y en especial la de Donald Trump. Corea del Norte cada día está más cerca de conseguir un misil intercontinental capaz de llegar al otro extremo del mundo a pesar de las promesas de Trump para impedirlo.

El misil partió pasadas las 3 AM (hora local) de una lanzadera móvil en el área de Sain Ni, se elevó hasta los 4.500 kilómetros (diez veces más que la órbita de la Estación Espacial de la NASA) y cayó en la zona económica marítima de Japón tras volar 54 minutos. El proyectil intercontinental es un Hwasong-15, un modelo más avanzado que el que sobrevoló un par de veces en verano la isla japonesa de Hokkaido. La prueba de ayer supone un récord de altura y de tiempo de vuelo. Esos 4.500 kilómetros, traducidos a una trayectoria horizontal, superarían los 13.000 kilómetros. Son suficientes para golpear Estados Unidos, Europa o Australia. Corea del Norte puede amenazar ya “cualquier parte del mundo”, resumió el secretario de Defensa de Estados Unidos, Jim Mattis.

Merecido retiro

El lanzamiento sacó otra vez de su merecido retiro a la septuagenaria estrella televisiva Ri Chun-hee. Ri, con su vestido tradicional rosa y su retórica entusiasta, anunció que su país acababa de cumplir “la misión histórica de completar la fuerza armada nuclear”. El triunfalista mensaje sugiere un final del camino que los expertos vislumbran más lejos. Los avances norcoreanos de sus misiles intercontinentales son notables pero no existen evidencias de que haya conseguido miniaturizar una ojiva. Ese misil cargado debería soportar las vibraciones del despegue, de la salida de la atmósfera y de la reentrada y aun después acertar en la diana.

El lanzamiento finiquita un extraño periodo de relax en la península en el que los más optimistas veían el preludio de las ansiadas negociaciones. Corea del Norte ha dejado en mal lugar a Moscú sólo un día después de que el viceprimer ministro de Exteriores, Igor Morgulov, sugiriera que Pionyang había aceptado implícitamente la propuesta sinorusa de congelar sus lanzamientos a cambio de que Estados Unidos detuviera sus ejercicios militares en la zona. También es el enésimo guantazo para China, la más esforzada en arrastrar a Pionyang a la mesa de negociaciones. El presidente Xi Jinping, tras salir coronado en el último Congreso del partido, envió a Pionyang a un hombre de confianza en lo que parecía un gesto de deshielo. Pero el enviado regresó a Pekín sin haber sido recibido por Kim Jong-un.

Diálogo y amenaza

Y el misil certifica, por encima de otras consideraciones, el fracaso de la errática política de Trump, quien tan pronto propone el diálogo como amenaza con la destrucción masiva. El millonario no acompañó la tregua norcoreana de más sosiego. En su reciente periplo asiático ofreció sus armas a Seúl y Tokyo para contrarrestar a Pionyang, llamó bajito y gordo a Kim Jong-un y días atrás amplió las sanciones a Corea del Norte y la devolvió a la lista de países que patrocinan el terrorismo. También aludió a “avances” en el problema norcoreano que no concretó pero sí se atribuyó. El escenario de un misil nuclear norcoreano con capacidad de golpear Estados Unidos cada día es más cercano sin que se adivine una estrategia en la Casa Blanca para impedirlo. Trump, a quien el lanzamiento le sorprendió tuiteando contra los demócratas, ha aclarado que “se encargará” del asunto. Washington, Seúl y Tokyo han pedido una reunión urgente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Moscú, por su lado, ha calificado la acción norcoreana de "provocación".