Tampoco esta vez hubo acuerdo. El Parlamento británico volvió a rechazar todas las propuestas alternativas al plan de Theresa May para el brexit. El presidente de la Cámara, John Bercow, había seleccionado cuatro enmiendas para ser debatidas y sometidas a «votaciones indicativas», como ya ocurriera la semana pasada. Todas ellas contemplaban, como mínimo, un brexit suave. La presentada por el conservador Kenneth Clarke reclamaba la permanencia del Reino Unido en la unión aduanera. La segunda, Common Market 2.0, su nombre técnico, mantendría al Reino Unido en el mercado interior de la Unión Europea.

Conocida como salida a la noruega había sido presentada por un conjunto de diputados que incluía miembros del partido conservador, laborista e independentistas escoceses, liderados por el tory moderado, Nick Boles. Noruega Plus permitiría al Reino Unido formar parte de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA), junto a Noruega, Liechtenstein e Islandia. De esa forma participaría en el Espacio Económico Europeo, beneficiándose de las ventajas del Mercado Interior, pero sin adoptar las políticas comunes en el sector de la pesca y la agricultura. La opción implicaba aceptar la libertad de movimiento y la contribución anual al presupuesto de la UE. En esta ocasión contaba con el respaldo oficial del partido laborista.

La tercera propuesta exigía que cualquier salida que se adopte sea ratificada en referéndum. La cuarta enmienda estipulaba un plan para revocar el Articulo 50 y cancelar el brexit.

Theresa May había sido advertida que de admitir el brexit suave, se enfrentaría a varios de sus ministros y a un gran sector del Partido. El brexitier Simón Clarke señaló que si May termina aceptando la unión aduanera o el mercado único, «acabaría con varios ministros presentando la dimisión» y, «es muy posible que en esa situación el gobierno no sobreviva». A fin de estudiar la situación y los nuevos pasos a dar, la premier ha convocado para hoy una sesión extraordinariamente larga, de cinco horas de reunión con los miembros de su gabinete. Las tres primeras se dirigirá al llamado gabinete político, más restringido, al que se sumarán más tarde el resto de los miembros del equipo de gobierno.

Las divisiones son profundas en el gobierno y tienen inmovilizada a May. La posibilidad de un brexit suave levanta ampollas entre los euroescépticos como el actual ministro de Comercio Internacional, Liam Fox. «La permanencia en la unión aduanera es una traición al brexit. Los votantes eligieron retomar el control y ahora los diputados quieren entregar el control más aún. La Unión Europea podrá imponer las normas al Parlamento».

Muchos de sus colegas sospechan que los diputados, con las votaciones indicativas, desean pura y simplemente conseguir es que no haya brexit en absoluto. Dos de ellos, Crispin Blunt o Steve Baker, han amenazado con votar contra la primera ministra en una posible moción de censura, si se inclina por implementar una salida que incluya la unión aduanera.

En Westminster se han roto todas las reglas que rigen el uso parlamentario. La última han sido las declaraciones a la BBC de Julian Smith, el jefe de mantener la disciplina en la Cámara de los Comunes. Tradicionalmente el Chief whip (jefe con el látigo) es quien conoce todos los secretos del gobierno, pero está obligado a ser una tumba. No en estos tiempos. Smith, en un documental que se emitió en la noche del lunes, atacó la estrategia del gobierno para el brexit, después de haber perdido la mayoría en el 2017. El gobierno debió haber admitido hace mucho tiempo, que un brexit suave era inevitable. «Lo que la gente olvida es que el partido conservador fue (a las elecciones) para tener una mayoría y poder sacar adelante el brexit. No logró una mayoría y eso implicaba inevitablemente un brexit suave.